Capítulo 4 - Luz de esperanza

 

Capítulo 4 – Luz de esperanza

 

 

El campo de batalla era esclarecido por una luz anaranjada que se fugaba progresiva y muy lentamente. El sol había comenzado a hundirse en las profundidades del horizonte desértico y Cell sonreía triunfante.

 

Glacier se movió rápido y su puño se hundió en el estómago de su adversario.

 

Los golpes resonaban en el aire, haciendo temblar el suelo constantemente.

 

– No puedo creerlo – susurró Piccolo, ahora al lado de Gohan – Está plantándole cara...

 

El joven super saiyan miraba anonadado a Glacier, que paraba los golpes de aquel temible adversario e intentaba acertar alguno propio.

 

– Quizás aún queden esperanzas – dijo Krillin, que ahora llevaba el cuerpo de la androide 18 en los brazos.

 

¡Blaam! – una ráfaga de energía esquivada estalló en el suelo, haciendo temblar la tierra.

– ¡Vaya! – exclamó Cell – Me sorprende que puedas encararte conmigo. Nada de esto tiene sentido, pero da igual ¡Mi victoria es inevitable!

 

Glacier recibió un gancho en el abdomen que le hizo gemir en el acto. Un segundo golpe le mandó directo al suelo, rebotando en él y derrapando entre polvo y piedra.

 

– No te confíes – advirtió Glacier levantándose mientras se limpiaba la barbilla de sangre púrpura con el dorso de su mano – Acabarás perdiendo por hablar demasiado.

 

Cell recibió un fuerte puñetazo en el pómulo por su izquierda – ¡Arg! Pero... ¿Qué? – en ese momento pudo advertir a otro enemigo a su lado, o más específicamente, el mismo. Glacier estaba allí, a dos escasos metros de distancia.

 

Todos los guerreros Z estaban contemplando la escena, boquiabiertos. Acababan de presenciar cómo Glacier había dado un rodeo por el lateral de su contrincante mientras este último parecía embobado sin percatarse de ello hasta haber recibido el golpe.

 

– ¿Cómo lo ha... – se preguntó Krillin.

– Glacier le está confundiendo de alguna manera – dedujo Piccolo.

 

– Todos los que no entrenan esto – el praio señaló su propia sien – acaban siendo vulnerables.

 

Cell volvió su mirada hacia el Glacier del suelo, y allí seguía, sonriéndole.

 

– Siento que está allí abajo, pero el que me ha golpeado está aquí mismo, sin emitir ningún tipo de energía – pensó el bioandroide para sí, sorprendido, pero aún con un gesto de concentración en su rostro.

 

Glacier fue el siguiente en atacar. Su clon, desde el suelo, desapareció para situarse a espaldas de su oponente y así acometerle desde dos frentes.

 

Los primeros golpes acertaron plenamente, ya que Cell atacaba y se cubría mecánicamente del enemigo al que sentía, pero le costaba seguir al otro Glacier, por lo que conformaba demasiada presión.

 

Entonces se percató de que no estaba dañando al verdadero enemigo. Se libró de la intensidad del combate con una pequeña barrera y seguido brotó de su cuerpo otro Cell.

 

– ¡Es... es mi técnica! –  exclamó Tenshinhan al verle una utilidad en su contra después de tantos años.

 

Fue entonces cuando Cell pudo atacar a los dos Glacier de manera simultánea.

 

– ¿Uno de los dos Cell lucha contra un Glacier invisible? – preguntó Yamcha.

– No – susurró Piccolo, seguro de su respuesta – No sentimos a un segundo Glacier, pero parece que Cell sí.

 

Gohan miraba serio el combate, avergonzado e impotente, como cualquiera de sus compañeros.

 

– ¿Cell duplicado no debería poseer la mitad de su poder original? – recordó Krillin.

– Ajá... – afirmó Tenshinhan.

– O ha mejorado tu propia habilidad – supuso Piccolo – o antes no luchaba seriamente contra Glacier, porque sigue defendiéndose bien.

– Eso pretende Glacier – comentó Gohan – Fíjate bien – Cell está cansándose. Por un lado, está malgastando fuerzas contra un adversario que parece existir en su cabeza, y por el otro, recibe el ataque directo de Glacier, que gana terreno con firmeza.

 

El verdadero Glacier, tras asegurar la pérdida de energía del Cell contra el que combatía, empezó a acertar más confiadamente. Cada puño que movía iba derecho al cuerpo de su oponente, asegurando el impacto con certeza y agilidad.

 

Después de unos minutos de sufrimiento, Cell hizo volver a su clon al cuerpo de origen.

 

– Eres muy hábil – dijo Cell tras escupir sangre – Es a ti a quien debo atacar – Aunque note el tacto, el ruido, la imagen y el Ki en esa copia barata, sé que no es real. Tú mismo me lo has dicho, está en mi cabeza – sonrió tomando aliento – Sentía el bloqueo de los golpes de esa imagen falsa, pero he podido esquivar y defenderme de ella sin problemas, al contrario que contigo. Por eso mismo estoy seguro de que no eres capaz de hacerme percibir daño con ella.

 

– Sabía que te darías cuenta tarde o temprano, pero no sabía cuándo – respondió Glacier – Aun así, como siempre, me ha rentado usar esta habilidad– sonrió – Es incómodo mantener una réplica en tu cabeza durante tanto tiempo, por cierto.

 

Unos cortos segundos hicieron notar a los espectadores el cansancio que estaba provocando la lucha titánica entre los combatientes. Sus suspiros eran cortos y profundos, intentando tomar un oxígeno que no necesitaban para vivir, pero que era esencial para recuperar energía.

 

– Admito que me has sorprendido dividiéndote de esa manera – continuó el praio – Pero finalmente ha actuado a mi favor.

– Sí – el semblante de Cell parecía reservado – Has conseguido agotarme en cierta manera, pero me he hartado de jugar. Ya he arriesgado demasiado con todos vosotros – sus dientes mostraban un alegre semblante, confiado y malicioso – Ahora comprenderás de qué hablo.

 

Glacier se puso en guardia, pero no pudo evitar acongojarse ante la expresión de poder de su adversario. Cell desprendió su potente aura, adornada con los fugaces rayos que chasqueaban a su alrededor.

 

– Oh... – masculló el praio – Esto será difícil.

 

El puñetazo de Cell fue rápido y Glacier tuvo que hacer un amago arriesgado en el último momento para esquivarlo. Sin embargo, la siguiente patada fue ineludible, y la precedieron múltiples golpes.

La paliza se alargó gracias a la destreza de Glacier, pero todos los espectadores se convencían ya de quién era el más fuerte.

 

– Perderá – murmuró Krillin.

 

Gohan bajó la mirada, abochornado, pero se encontró con la mano de Piccolo sosteniendo algo entre sus dedos. Era media senzu.

 

– Aquí tienes – le dijo el namekiano – Es lo único que queda.

– No... no sé...

– Escucha, Gohan – le interrumpió alguien desde otro mundo. Gohan abrió los ojos mientras su mirada seguía postrada en aquella semilla. Había reconocido la voz, era su padre – Sé que puedes hacerlo. Sin ti, La Tierra está condenada.

– El sacrificio de Goku será en vano si ahora no luchas – aportó Piccolo, como si escuchara también el dilema que estallaba en la cabeza del pequeño super saiyan.

 

Glacier fue derribado de nuevo, pero con una pequeña onda de choque, evitó una dolorosa colisión con el suelo. Se irguió de nuevo (no sabía cuántas veces había tenido que levantarse en los pocos minutos que Cell tomó la delantera) y, magullado como una bestia esclavizada, sus ojos se tornaron negros y brillantes por completo. Rápidamente alzó sus manos y seguido toneladas de suelo y rocas se alzaron justo delante, interponiéndose entre la acometida de su enemigo y él.

 

Las piedras no resistieron nada. Cell atravesó el muro que les separaba como si fuera de agua, pero Glacier se había movido con agilidad. Ahora estaba justo encima y entre los dedos de su mano derecha, una esfera con aspecto de un enaltecido átomo morado apuntaba a su víctima – ¡Yiaah! – exclamó disparando el dardo de Ki.

 

¡¡Blaaam!! – una gran explosión llamó la atención de todo el mundo. El viento que provocó levantó una tremenda ola de polvo. Pero los guerreros Z despegaron y alzaron sus vistas para contemplar la escena sin ningún obstáculo.

 

Glacier estaba levitando a varios metros del suelo, donde ahora podía entreverse con esfuerzo un enorme cráter debajo de la nube de arena levantada en el aire. Sus ojos volvían a ser del color sangriento de su raza.

 

Parecía haberle dado de lleno, pero, poco a poco, Glacier tomaba distancias, previniendo un ataque que quizás no podría prever.

 

Y hacía bien, porque de entre aquella polvareda, un cuerpo decapitado, sin alas y con un solo brazo voló veloz hacia su rival, con la mano alzada en forma de garra. Llegó con gran potencia hasta Glacier, cuyo intento por defenderse fue demasiado lento. La palma izquierda de Cell agarró el cuello de Glacier y de su mutilación brotó con fugacidad el mojado brazo restante, que aprovechó su recorrido para impactar con crueldad sobre la cara de su enemigo – ¡Pam!

 

El praio cayó con seca brusquedad sobre la árida tierra y gimió cuando sintió el peso de su cuerpo ante una superficie sólida. La sangre brotaba a raudales de su nariz y de su boca.

 

Intentó levantarse, pero el mareo del momento sólo le permitió tumbarse de lado para poder escupir debidamente el líquido púrpura que ahora emanaban sus labios.

 

Cell llegó justo enfrente (ahora con una húmeda cabeza) y se cruzó de bazos, superior, pero con el orgullo herido.

 

– Eres muy diestro para el combate – admitió el androide con forma de insecto – Tu manera de pelear ha sido muy ingeniosa, pero contra un poder perfecto, no hay nada que hacer. Me has irritado más incluso que Gohan, contra quien sentí una impotencia insoportable. Debiste haber entrado en el ring el primero.

 

Una discreta y costosa risa de dolor surgió de Glacier, quien tosió enseguida, escupiendo restos de sangre.

 

– ¿Te quedan fuerzas para reír? – se burló Cell.

– No tienes ni idea – rio Glacier – Yo he visto la perfección, y estás muy lejos de ella.

– No importa. Que esas sean tus últimas palabras, demonio del frío, me encargaré de que tu vida me devuelva toda la energía que me has arrebatado durante el combate – en seguida, de su espalda asomó un fino aguijón dispuesto a penetrar el cuello de piel blanca.

 

La cola se acercó al objetivo, pero chocó contra una barrera violeta que la repelió con un grave chasquido.

 

Auch – se burló Cell – Ya tu resistencia es inútil. Tan sólo alargará tu sufrimiento y lo inevitable.

 

¡Pam! – la patada de Gohan llegó rápida en plena mejilla y empujó a Cell bien lejos, provocando su colisión con unas grandes rocas a cierta distancia.

 

– ¿Estás bien? – preguntó Gohan a Glacier.

– Bueno – empezó él sentándose más cómodamente – Aún no lo tengo claro, pero creo que es el segundo combate más duro que he tenido – el tono con el que hablaba le restaba seriedad al asunto.

 

Gohan volvió su mirada hacia Cell, que se levantaba, algo cansado por el polvo de la zona.

 

– Es hora de la revancha, Cell.

– Vaya, vaya – dijo él levantándose de nuevo – De manera que ahora sí quieres luchar – rio – No importa si estoy más o menos cansado, el resultado será el mismo.

– No te lo creas – dijo Glacier a Gohan mirando al suelo mientras respiraba profundamente para coger aliento – Te lo he dejado medio muerto.

– ¿Eh? – irrumpió Cell – ¡Puedes mover el brazo!

 

Gohan movía y estiraba un poco el hombro para calentarlo y asegurarse del efecto de la media semilla, la cual había regenerado gran parte de sus heridas, pero apenas había reestablecido sus energías.

 

Entonces el super saiyan se puso en guardia.

 

– Vamos allá.

 

Cell sonrió y atacó. El encaje de golpes era mutuo. Las fuerzas de los luchadores volvían a ser equitativas a ojos de los espectadores.

 

– Parece que tenemos una nueva esperanza – puntualizó Krillin, sentado en el suelo, con la cabeza de la androide en su regazo.

 

El sonido martilleante de los choques entre los rivales era intermitente y abrumador. Un puñetazo de Gohan se clavó en el costado izquierdo de Cell, y seguido una patada le tambaleó en el aire. Cell hizo un amago con el tronco para girar sobre sí mismo y acertar con una patada circular en el rostro de Gohan, que fue a parar al suelo.

 

Una onda de energía roja surgió de la mano de Cell disparada contra el cráter donde Gohan se hallaba, pero del mismo salió disperso un Kamehameha que colisionó contra la esfera del bioandroide y se la devolvió a una velocidad impactante.

 

Cell, sorprendido, usó la transmisión instantánea para esquivar el ataque de energía repelido y situarse al lado de Gohan, pero éste fue ágil y esquivó un puñetazo, propinando a su vez un codazo en la cara de su adversario.

 

Ambos luchadores parecían querer terminar de una vez con el combate y los ataques de los dos eran brutales y concentrados. Ningún embate era lanzado si el acierto no era prácticamente seguro, ningún esquive era pretendido sin la confianza de ser exitoso, convirtiéndose de otra forma en un intento de bloqueo. Aquello era una paliza mutua, y nadie sabía cómo terminaría.

 

– Sé cómo terminará esto – le contestó Glacier a Piccolo, que ahora estaba a su lado – Pero no me agobies, necesito un respiro.

– Eres el único que puede ayudarle – insistió él – La Tierra está perdida si no lo haces ahora.

– ¿Acaso tienes media semilla para mí también? – preguntó en tono sarcástico y con los ojos cerrados, como si meditara sentado en el suelo – Necesito unos minutos más. Si no, mi intervención podría ocasionar mi muerte. Y tengo mi vida por más estima que este hermoso planeta.

Grrr... – gruñó Piccolo – Aquí tienes – dijo mientras su mano apuntaba a Glacier desde la altura. En un instante, transmitió a través de ella una especie de aura blanca que reposó en el cuerpo del praio hasta  desaparecer – Es la energía que me queda.

– Interesante – dijo Glacier – Gracias, pero no sé si te das cuenta del combate que acabo de librar. Estoy agotado, necesito descansar un poco más.

– Entonces toma la mía – dijo Krillin justo detrás mientras imitaba lo que hacía un momento hizo Piccolo.

– La mía también – oyeron a destiempo las voces de Tenshinhan y Yamcha.

 

Gohan recibió un rodillazo en la sien que le mareó en un instante, pero supo reaccionar y devolvió el golpe para abrir distancia – ¡Masenko! – gritó. Una explosión del ataque en tan corto trecho de su objetivo empujó también a su lanzador.

 

Gohan dio un par de vueltas en el aire antes de caer de pie en tierra. Cell, al contrario, se encontraba en el suelo a varios metros de él, levantándose como un zombi.

 

– Maldito mocoso... – se quejó Cell – He perdido mucha energía – pensó – Pero también noto que Gohan empieza a desfallecer, sus golpes no son tan fuertes como antes.

– ¿Qué harás tras destruir el planeta, Cell? – le cuestionó Gohan – ¿Irás en busca de más retos en otros planetas? Vamos, admítelo, no hay más personas que puedan hacerte rivalidad.

– Una cosa es cierta – le respondió – Tienes asumido que destruiré este estúpido asteroide, y te aseguro que lo haré – se puso en posición flexionada, con las manos hacia atrás, como si envolviera una esfera que poco a poco se hacía real – Ka... me...

 

– ¡Gohan! – escuchó el joven en su cabeza – ¡Vuela alto, despégate del suelo!

 

Acto seguido, Gohan saltó para situarse en el aire.

 

Pero entonces Cell se posicionó aún más alto, teletransportándose al cielo – Ha.... me...

 

– Oh, ¡mierda! – exclamó Krillin – ¡Otra vez! ¡El muy cobarde se asegura de que Gohan recibe el impacto de su ataque! ¡Si no, lo hará La Tierra!

 

– ¡A tu derecha! – escuchó Gohan la voz Glacier – ¡¡Cógelo!!

 

Son Gohan atrapó entonces en el aire el objeto que le había arrojado. Era un escudo de metal fulgente – ¿Qué rayos hago yo con esto? – pensó él, nervioso por la amenaza de un kamehameha a plena potencia de Cell.

– ¡Confía en el escudo! – le habló de nuevo Glacier mentalmente – ¡Te protegerá!

 

– ...HAA!!! – exclamó Cell, disparando un grueso cilindro de energía azulada directo a Gohan.






Para todos los espectadores, una serpiente cerúlea chocaba con la posición de Gohan, formando una dispersión del Ki relampagueante: el ataque de Cell se dividía ante la protección del escudo, formando la figura de una maléfica garra de mil dedos que parecía querer atrapar a su presa, pero que no conseguía cerrarse nunca.

 

Cell, al notar que, de alguna manera, Gohan estaba resistiendo su ataque más potente, no dudó más y apostó todo en aquel gasto de energía – ¡Yiaaah! – el cilindro se engrosó aún más y los rayos dispersos de la energía del ataque se alargaron proporcionalmente.

 

Gohan estaba sosteniendo el escudo a la altura de su frente, temía aún que el blasón resistiera la brutal ráfaga. Con todo, no le costaba demasiado mantenerlo en alto, así que sus temores desaparecieron en gran medida.

 

Pudo ver entonces a su alrededor la energía del Kamehameha dividida en gruesos rayos que le rodeaban. Unas vistas aterradoramente maravillosas.

 

Por fin, Cell paró de lanzar su recia ofensiva. Agotado y sin fuerzas, vio cómo Gohan sostenía en alto un escudo, que brillaba blanco como la nieve reflejando la luz de las lunas artificiales que aún resplandecían en el cielo.

 

En ese momento, el sol ya había desaparecido por completo en el horizonte y no había ningún astro más que iluminara la batalla, sólo las estrellas que, desde lo lejos, tintineaban como luciérnagas pegadas a un cielo sin final.

 

Todos los allí presentes volvieron sus miradas a las dos luces que aún con vida en medio del cielo, iluminaban el campo de batalla, haciendo recordar por un momento a Glova, caído en batalla.

 

– Eso es... – suspiraba Cell – imposible...

 

Gohan bajó el escudo, sorprendido tanto como su oponente – Se acabó. No tienes fuerzas para continuar.

 

El bioandroide sonrió, tomando aliento – Tú tampoco, Gohan, lo he notado.

 

– Pero yo sí.

 

Aquella voz sorprendió a espaldas de Cell, cuya expresión de terror era clara y evidente. Cerró sus puños antes de mirar hacia atrás, preparado para dar todo lo que le quedaba por dar.

 

1 comentario:

  1. ¡Espero que os esté encantando el combate y espero que el dibujo os agrade! :D

    ¡eremos qué ocurre en el siguiente capítulo. ¡Gracias a todos!

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