Capítulo 3 - Contagio

 

Capítulo 3 - Contagio


 

– Eso es... – susurró Trunks, impactado ante aquel suceso.

– Luz lunar... – murmuró Vegeta, respondiendo a su hijo, sin darse cuenta.

 

Los combates habían cesado para contemplar la situación.

 

El gran Ozaru completaba su transformación, rugiendo como una bestia salvaje. Cuando alcanzó su tamaño común, de un rápido pisotón aplastó a tres de los Cells Jrs. que estaban ensimismados por el espeluznante cambio.

 

De un salto, Glova cayó a cierta distancia de Cell, aunque su voz llegaba a los oídos de más de un kilómetro a la redonda.

 

Piccolo, al ver que los tres hijos de Cell seguían maltrechos en el suelo, pero vivos aun habiendo sido prensados por el peso de Glova, apuntó a dos de ellos y traspasó sus cabezas con dos Makankosapo. Cuando el pequeño Cell restante vio sus intenciones para con el tercer hermano derribado, propinó rápidamente un puñetazo al namekiano, dejándolo k.o. al instante. Sin embargo, no continuó peleando. Otro combate llamaba mucho más la atención a todos los allí presentes: el gran Ozaru desafiaba a Cell.

 

– ¡Vaya, vaya! – expresó Cell su sorpresa al ver a tan gran oponente – Creía que esa transformación de simios ya estaba más que desfasada.

– La mía, no – sonrió con afilados colmillos.

– Eso espero. Querría un digno adversario, y no parece que Gohan pueda ser de mi agrado – dirigió una mirada de superioridad al malherido crío – ¿Cuál es el nombre de mi nuevo contrincante?

– Glova.

– De acuerdo, Glova – continuó el bioandroide – No sé qué haces en este planeta, pero admiro tu valor al enfrentarte a una muerte segura.

– Se acabó la cháchara – la enorme mano de Glova se alzó y originó en su palma una esfera de energía rojiza – ¡Empieza el combate! – gritó lanzando su ataque al objetivo.

 

Cell, divertido, esquivó la gran bola de Ki dejándola atrás y fue directo hacia el gigante.

 

– No oigo ninguna explosión – pensó rápidamente el bioandroide – Su ataque aún no se ha estrellado.

Mirando de reojo a sus espaldas, pudo observar que ahora cientos de esferas del tamaño de su cabeza le perseguían desde muchas direcciones. La gran esfera se había dividido y ahora le seguía como un enjambre de avispas.

 

Glova, mientras tanto, no se quedó quieto. Cuando las bolas de energía habían rodeado las posibles escapatorias de su rival, abrió su mandíbula, mostrando unas fauces poderosas y disparó desde su garganta un grueso rayo de luz rosada que emergió relampagueante y chocó con la guardia de Cell, a quien empujó hasta el suelo, provocando allí una gran explosión. Muchas esferas habían sido arrasadas por el ataque y por su víctima en su recorrido, pero otras seguían flotando ahora alrededor de su controlador.

 

Cell se levantó con semblante serio. Su cuerpo parecía magullado, pero irradiaba tranquilidad – Menudos métodos de lucha.

– Pues acabo de empezar.

 

El gran ozaru desprendió una gran intensidad de Ki azulado antes de saltar volando a toda velocidad hacia su rival.

 

El puñetazo quebró el suelo donde hacía una milésima de segundo se encontraba Cell. La patada fue recta al hocico de la bestia, mandándola hacia su derecha, directa al suelo.

 

Sin esperárselo, Cell recibió el impacto y las explosiones de las esferas restantes que acompañaban hasta hacía un instante a Glova.

 

– Qué molesto – pensó a pesar de que el daño había sido mínimo – ¿Por qué sus ataques son tan difíciles de captar?

 

Glova se levantó y se limpió con la lengua la sangre que brotaba de su orificio nasal. Subió entonces la guardia y esperó entonces a su contrincante.

 

– ¿Cómo puede ser tan poderoso? – susurraba Vegeta entre dientes – El ozaru no es equiparable al super saiyan.

– El tamaño le da una ventaja considerable en potencia y resistencia – comentó Glacier a su lado, que había aprovechado la distracción del combate de Glova para pillar al Cell junior con el que estaba luchado Vegeta y estrangularlo con su cola.

 

Los cuatro hermanos restantes se percataron de ello y pasaron de nuevo al ataque, pero ahora se dirigieron hacia Trunks, Vegeta y Glacier. Los demás guerreros Z se encontraban rendidos o malheridos, contemplando la nueva pelea de titanes.

 

¡Blam! – un ataque de energía explotó en el pecho de Glova, provocando un quejido tosco.

 

Cell fue raudo hacia su oponente derribado, pero, entre el polvo y la arena levantada, no consiguió ver la enorme cola que le embistió como si fuera otro ser independiente.

 

El gigante aprovechó el momento y voló hacia el cielo y, cuando ya estuvo a cierta altitud, provocó a Cell – ¡A ver si eres capaz de resistir esto! – exclamó llevándose dos dedos a la frente. Una luz amarilla empezó a irradiar con furia en ellos.

– Así que esas tenemos – rio Cell, imitando su ataque.

– ¡Makankosapo! – gritaron los dos al unísono.

 

Los ataques chocaron provocando un sonido ensordecedor, pero la monstruosidad del tamaño del Makankosapo de Glova se hacía notar, tomando ventaja en el enfrentamiento.

 

El bioandroide notó que su ataque cedía, así que decidió usar más potencia y agarró su antebrazo con la mano libre, como si fuera a estallar en cualquier momento. Fue entonces cuando la técnica de Glova comenzó a retroceder, y lo hacía más rápidamente de lo que pudiera estimar.

 

Sin esperarlo, una esfera rojiza conocida ya por el bioandroide apareció justo en su cara y le estalló con fuerza. Su ataque se desvaneció en el aire y el grueso rayo de Glova continuó el recorrido del Makankosapo desaparecido de Cell. Una gran explosión permitió a Glova descansar. Aquella confrontación de técnicas había sido anormalmente intensa y agotadora. El monstruo insecto era un gran oponente.

 

Cuando el humo desapareció, todos pudieron ver a Cell, cuyo tronco había sido separado del cuerpo. De su tren inferior tan sólo quedaban sus pies tirados a un lado y a otro.

 

Desde su parte superior brotaron las piernas y las alas de las que carecía y se puso en pie.

 

– Muy bien – dijo – Tendré que ponerme algo más serio.

 

El ozaru le sonrió y se preparó para la acometida de su adversario. Cell fue muy concentrado hasta Glova y, esquivando su gran guardia, propinó un derechazo en la mandíbula y seguido una patada en el pecho que le derribó.

 

Ver cómo Cell derrumbaba a un gigante como aquel era una alucinación para los humanos que allí seguían, pasmados y con la boca abierta – Son... más trucos... – balbuceaba Mr. Satán.

 

Cuando Glova se levantó, tenía a su adversario justo delante. Expulsó por su boca una gran ráfaga rosada de ki que no dio en el blanco; Cell ahora se movía más rápido que antes, y era un problema mayor. Siempre que atacaba, Glova erraba el golpe, era una verdadera molestia.

 

Los cuerpos de los cuatro Cell juniors estaban esparcidos por el terreno cercano a Vegeta, Trunks y Glacier, sin cabeza o estrangulados.

 

– Se está cansando – comentó Vegeta, magullado por su propia pelea – Ya lo dije, el ozaru no es comparable al super saiyan. Cell está jugando con él.

– Supongo que tienes razón – admitió Glacier.

– ¿Qué hacemos? – preguntó Trunks ayudando a Goku a sostenerse en pie ¿Le ayudamos?

¡Tch! – masculló Vegeta de brazos cruzados.

– No creo que podamos hacer mucho en estas condiciones – comentó Goku – Lo siento, amigos. No sabía que esto podría pasar.

– Debiste haberlo dado todo en el combate, imbécil – se quejó el príncipe de los saiyans.

– No lo entiendes, Vegeta. Me esforcé al máximo.

 

En el campo de combate, el gran Glova lanzaba con rapidez puñetazos, pero ninguno daba en el blanco, Cell se movía cual mariposa al rededor del peligroso fuego, pero sin quemarse; con fluidez y soltura suficientes como para impresionar a su presa.

 

El bioandroide, como un cohete, arrolló la pierna de Glova, quien cayó al suelo, agotado. Entonces Cell se situó encima del morro y, cruzado de brazos, le habló.

 

– Tenías razón, eres poderoso para ser un ozaru. Con tus habilidades de combate, serías un gran adversario... si consiguieras lo que todos ellos han conseguido – señaló con el pulgar a Goku, Vegeta y Trunks.

El super saiyan – resonó en la cabeza de Glova.

¡Clap! – con un rápido movimiento, el ozaru aplastó a Cell entre ambas manos, como si cazara a una mariposa – Te estrujaré – susurró mientras se ponía en pie.

 

Sus manos no tuvieron más remedio que ceder ante la nueva esfera que presionaba entre sus palmas. La barrera de Cell creció y creció, y Glova no pudo hacer nada para mantener encerrado a su oponente.

 

– De acuerdo – masculló Cell, algo impaciente – Nuestro combate ya no tiene sentido. Me entretuviste al principio, pero he de reconocer que Goku me divertía más.

 

Cayó en picado y acertó una patada en el estómago del gran ozaru y después lanzó varias ondas de energía que alcanzaron el blanco protegido por una guardia enorme que ahora de poco servía.

 

– Mierda, sus ataques son muy dañinos... Poco podré resistir si continúa así – pensó Glova, soportando lo mejor que podía las explosiones de Ki – Ya sé. Tendré que usar...

 

El ozaru saltó y lanzó un gran número de bolas de energía de una sola sacudida. Fue simple para Cell esquivarlas y desviar las más cercanas.

 

Ya en tierra firme, Glova paró de nuevo para fijar a su oponente. Su armadura estaba destrozada por muchas partes y sus guantes y ropajes elásticos estaban rotos por varias zonas y ennegrecidos por las explosiones encajadas.

 

Cell le miró desde lejos y no pudo evitar mofarse – Estás en desventaja, es obvio.

 

– ¡Pero tú ya eres mío! – rujió Glova.

 

Decenas de Kienzan habían rodeado a Cell y apenas dejaban escapatoria.

 

– ¿Crees que serás más rápido que yo? – rio Cell, preparando su mano en su lateral, como si estuviera a punto de desenfundar.

 

Glova sonrió. Sangraba por la boca y cualquiera diría que su estado era pésimo, pero no se dejó amedrentar por el cansancio y las heridas. Su trampa había tenido éxito y cortarle en pedazos sería lo ideal para destruir cada parte de su cuerpo sin que se moviera.

 

Apuntó con la mano abierta hacia su objetivo. Cuando sus dedos empezaron a cerrarse para hacer mover a los discos que rodeaban a su oponente, Cell, veloz como nadie, apuntó al gigante con sus dos índices y comenzó a disparar una andanada de rayos púrpuras.

 

¡Dadadada...! – Todos y cada uno de los disparos dieron en el blanco, traspasando completamente el cuerpo del ozaru, quien cayó fulminado por el ataque.

 

Bocarriba sobre la áspera tierra, Glova carraspeaba escupiendo sangre por sus fauces. Veía en el cielo la clara luz lunar que su técnica desprendía, bañada por la de un sol poniente del atardecer. Notó una terrible explosión detrás de sí; la gran destrucción de un planeta a sus espaldas, y se sintió protegido por la cápsula donde se hallaba, abrazó su peluda cola y se acurrucó esperando que nadie pudiera herirle jamás.

 

El enorme cuerpo de ozaru dejó de temblar y de toser sangre. Muy poco a poco, fue volviendo a su forma normal.

 

– Mierda – murmuró Glacier – Ha muerto.

– ¿Qué hacemos ahora? – preguntó por detrás Piccolo tan furioso como desesperado, quien había recuperado el conocimiento hacía un rato.

 

¡¡Yiaaahhh!! – el grito de Gohan resonó potente como nunca y sus lágrimas salieron despedidas de su rostro cuando una poderosa aura dorada de Ki le envolvió presa de unos espasmos eléctricos que iban y venían. Su pelo, ahora más erizado, y su mirada, ahora más profunda, erradicaron casi por completo las facciones infantiles de su rostro.

 

– ¡¿Qué!? – balbuceó Vegeta.

– ¡Ha cambiado! – murmuró Cell, sorprendido.

 

– Pagarás por todo lo que has hecho – alzó la voz Gohan mientras se acercaba lentamente a su oponente.

– ¡Vaya! – exclamó Cell – Así que al fin muestras tu verdadero poder. Hará esto más interesante. Compartiría media senzu contigo para estar ambos en buenas condiciones, pero tu amigo me partió en dos cuando jugaba con él y las perdí.

 

– ¿De verdad es Gohan? – masculló Piccolo, anonadado.

– Me cuesta creerlo – admitió Vegeta.

– ¿Habéis oído qué ha dicho Cell? – continuó Piccolo, algo nervioso – No tiene las senzu. Las perdió luchando contra Glova – señaló el cráter provocado por el enorme Makankosapo del ozaru – Iré a por ellas.

– Ya voy yo – dijo Glacier, dando un pequeño salto para volar – Pero estoy seguro de que ya habéis ganado. Ese niño tiene un poder excepcional

 

– Te mostraré ahora de lo que soy capaz – dijo Cell, algo intimidado por el nuevo aspecto de Gohan – ¡Yiaahh! – su aura se expandió haciéndose notar.

– ¿Y? – fue la respuesta del joven.

 

Cell atacó sin más dilación, golpeando la cara de Gohan con un puñetazo directo, pero el super saiyan apenas se inmutó. El combate continuó con todo a favor de Gohan, quien optó por jugar con él en vez de acabar con su existencia de una vez por todas.

 

– ¿Qué estás haciendo? – alzó Goku su voz – ¡Acaba con él, Gohan, es peligroso!

– Sólo estoy empezando – rio el crío.

 

Mientras tanto, Glacier pudo recoger un par de semillas del suelo, aunque le llevó unos minutos encontrarlas entre piedra y tierra. Así, volvió con Goku y compañía.

 

– Tengo dos ¿Quiénes las necesitan?

– Dámelas, las repartiré entre Yamcha, Krillin y Tenshinhan – propuso Trunks – Son los que menos han podido defenderse. Goku, ¿quieres media? Así la división sería exacta.

– No, gracias, Trunks – respondió Goku sin apartar la vista de su hijo.

 

El bioandroide había crecido un metro de alto y ancho. La misma transformación que Trunks podía usar, la estaba aprovechando Cell. Sin embargo, la velocidad seguía estando muy limitada, tal era la debilidad de ese estado corpulento.

 

Una patada de Gohan provocó a Cell vomitar algo, era la androide #18.

 

Los rostros de todos los allí presentes mostraban su sorpresa, no sabían qué estaba pasando, y Cell aún menos cuando volvió a su forma semiperfecta.

 

Ahh... Ahh... – el bioandroide suspiraba angustiado tras ver en qué circunstancia de alerta se encontraba. Estaba acabado. Todo había terminado para él. Ni si quiera el Dr. Gero hubiera podido atisbar el poder de aquel crío – Esto no puede estar pasando.

– Es el fin, Cell – le sonrió Gohan.

 

¡Uooohh! – gritó Cell de rabia. Entonces comenzó a hincharse – Nu nu nu nu...

– ¿Qué diantres...? – maldijo Glacier – No entiendo nada.

– En un minuto estallaré – rio Cell sin parar de crecer como un globo – ¡Pero me llevaré a todos vosotros y a la Tierra conmigo al infierno!

 

Para Glacier, la despedida de Goku fue corta, pero intensa.

 

– Lo hiciste bien, Gohan. Dile a tu madre que lo siento.

¡Zip! – se teletransportó llevándose al inflado Cell con él.

 

– ¡Mierda! – lloraba Gohan derrumbado – ¡Fue mi culpa! Jamás debí haber dudado en acabar con él.

 

Tras un minuto de llanto, una tormenta de arena les engulló a todos.

 

¡Zas! – un rayo púrpura traspasó el pecho de Trunks.

– Imposible... – murmuró Piccolo.

 

Cell se hallaba enfrente de ellos en su forma perfecta y, sabiendo que a los presentes se les pasaba por la cabeza la pregunta de "por qué no estaba muerto", respondió con suma facilidad, sorprendido más que cualquiera por los hechos.

 

– Las células namekianas... – repitió Glacier tras oír la explicación del malvado.

 

Vegeta atacó como un loco por la muerte de Trunks, pero Cell resistió sin problemas su frenesí y le mandó al suelo de un puñetazo – ¡Uno menos! – gritó al lanzar un ataque de Ki apuntando al derribado.

 

Si no hubiera sido por Gohan, Vegeta hubiera muerto. El ataque chocó con el hombro derecho del joven, dejando inutilizado su brazo.

 

– Qué idiota – se burló Cell – Ya no vale la pena jugar más. Terminaré con todo de una vez por todas.

 

Entonces Gohan notó una mano en su hombro izquierdo. Era Glacier, que miraba fijamente al monstruoso Cell – En tus condiciones, poco podrás aguantar – afirmó – Yo no quise luchar, pero parece que las circunstancias me obligan a ello. Es mi turno.

 

Glacier dio unos pasos al frente y encaró al bioandroide, cuya aura ahora emanaba pequeños atisbos de electricidad muy parecidos a la reciente forma de Gohan.

 

– ¿Quieres luchar? – se sorprendió Cell – No querría infravalorarte, ya he visto cómo te deshiciste de mis hijos sin demasiados problemas, pero conozco a los demonios del frío y sus poderes no son gran cosa, individualmente, por supuesto – añadió – La fusión de células que me creó es, con toda seguridad, la mejor combinación.

– Yo no soy ningún demonio – intervino él – Soy un Praio.

 

Ambos se acercaron caminando hacia el contrario y se pararon cuando se tenían a dos palmos. Por segunda vez, Cell se enfrentaba a un oponente más alto.

 

– No sé de qué estás hablando, pero da igual lo que seas o cómo quieras llamarte. Tu vida termina aquí, junto con los terrícolas.

– Comprendo que quieras terminar con esto – dijo Glacier – Ya debería haber acabado de otra manera. Me toca a mí hacer justicia.

– Jujuju – rio Cell – Lo intentarás.

 

3 comentarios:

  1. Sí. ¡Glova ha muerto! D:

    Espero que os haya gustado la batalla. Pero el terror de La Tierra continúa.

    Perdonad la demora de hoy. Problemas técnicos.

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  2. Espero saber mas de Glova, seria un poco frustrante que dos temporadas de desarrollo sean para nada xD

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    1. ¡Pues ha muerto! ¡Cambio de protagonista!

      Nah, es mentira. Claro que continuaremos viendo el potencial de Glova a lo largo de la historia. Sigue siendo SU historia.

      Pero es cierto que ha muerto... xD

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