Capítulo 2
– Los juegos de Cell
En aquel planeta desértico donde Glova liberó a
ciertos individuos del hechizo de Hazam, el caos triunfaba.
Allá, los sujetos despetrificados por la magia
demoníaca dejaron en poco tiempo grandes cicatrices en la geografía del
planeta. Lucharon unos con otros, intentando mantener la supremacía del más
fuerte entre ellos. Finalmente, pocos quedaron de entre aquel centenar. Y de
aquellos, la mayoría sobrevivieron peleando para mantener territorios
concretos. Los más fuertes se permitían el lujo de andar un poco a sus anchas y
los más inteligentes de escondían para matar a sus rivales por sorpresa. No
eran personas, eran bestias con formas relativamente humanoides.
Una de ellas, de ojos rojos y piel azulada, de fuerte
constitución, se adentraba por uno de los oasis de mayor esplendor de
entre los escasos que podían verse en aquel astro arenoso.
Una fuerza inmensa placó al intruso, empujándolo al
exterior de la pequeña área vegetal.
– ¡Rahhhh! – rugió el enorme monstruo, salido
de entre la arboleda más alta, feliz de haber acertado al nuevo forastero. Era
más grande y su rostro poseía una maliciosa expresión natural plasmada en su
negra faz.
– ¡Blah! – masculló el golpeado, levantándose y
mostrando su fornido cuerpo.
El monstruo negro alzó sus brazos hacia atrás e hizo
surgir de la arena una gran cúpula de energía blanquecina que cubrió todo el
oasis. Aquel sería su territorio. Sonrió y volvió la mirada a su rival, que ya
corría tomando potencia para confrontar al oscuro gigante de ojos blancos. Cada
uno de sus pasos hacía temblar la tierra, generando pequeñas ondas y dunas bajo
las huellas que plantaba.
La colisión fue tremenda, pero el monstruo más grande
resistió el embate y pegó un golpe de martillo con ambas manos a su rival,
partiendo su espalda de inmediato. Seguido, el gigante lanzó lejos el cuerpo
herido del monstruo verde, que se levantó con dificultad mientras sus lumbares
se regeneraban. Sus heridas emanaban un vapor extraño, y cuando estuvo
preparado, fue de nuevo a cargar contra su enemigo.
El gigante, sorprendido por la resistencia de su
oponente, fue a golpear de nuevo, atravesando esta vez el pecho del monstruo
verde en plena embestida, pero este último generó de su espalda un gran garfio
de hueso que penetró en el cráneo del enorme monstruo oscuro. Un aura negra
surgía de su herida e iba siendo consumida por aquel arpón.
Un brutal grito de horror se elevó en la cruda
atmósfera de aquel planeta y cubrió de alegría al depredador.
– Ñihihi... – rio el monstruo verde, cuyo color fue
tornándose más oscuro – Mío... lugar...
En La Tierra, en otra punta del universo, la tensión
era máxima.
El primer luchador que llegó a Los juegos de Cell fue
el aclamado Mr. Satan, el campeón de las artes marciales del planeta. Su
patética entrada triunfal no inmutó la atención del bioandroide, que vio llegar
a Vegeta hasta situarse enfrente del ring.
A16, el androide creado por el Doctor Gero, fue el
segundo en llegar al lugar, con la misma seria expresión de siempre.
– Vaya, Número 16, me sorprende verte aquí... de una
pieza – sonreía Cell.
A los pocos segundos, un grupo de estelas apareció en
el cielo. Eran Goku, Gohan, Krillin, Tenshinhan, Trunks, Yamcha, Piccolo, Glova
y Glacier.
– Menuda sorpresa – exclamó el anfitrión del torneo –
¿Quiénes sois? Llevo preguntándomelo desde que llegasteis al planeta –
obviamente, se dirigía al nuevo saiyan y al desconocido demonio del frío.
– Somos posibles ganadores del torneo – le desafió
Glova con la mirada, sin devolverle una sonrisa.
Glacier se cruzó de brazos y permaneció callado, como
si no se dirigieran a él.
– Así que habéis recurrido a seres de los que no tengo
información – se burló – Eso hará esto más interesante. Es otro saiyan, por lo
que veo. Y, sorprendentemente, un pariente de Freezer se ha incorporado a
vuestra compañía. Aún más interesante.
Un comentarista hacía su trabajo alrededor de los
participantes, grabando a todos y cada uno de ellos, pero, de prácticamente
toda la población mundial, aquellos allí presentes eran los únicos que no
atendían a sus puntualizaciones.
– ¿Quién será el primero? – dijo por fin Cell al
deshacerse de Satán de una bofetada cuando este último se disponía a
participar.
Goku, por su puesto, entró en el impoluto ring,
preparado para combatir al enemigo – Iré yo primero.
La pelea empezó y a Glova le costaba seguir los
movimientos. El poder que distanciaba a los luchadores de él mismo parecía ser
mucho mayor al que podía esperarse. El saiyan echó un vistazo a la reacción de
Glacier: éste estaba muy concentrado en la pelea y hasta podía decir que
parecía sorprendido.
Tras el primer intercambio de golpes, los combatientes
se propusieron dejar el calentamiento.
– ¡Woosh! – el Ki de Goku desconcertó a todos
los espectadores. El viento que provocaba su radiante aura dorada levantó una
gran nube de polvo y arena, pero la de Cell no se quedó atrás: al expandir su
energía, provocó el mismo efecto, algo más potente.
Fue entonces cuando el combate estalló. Los golpes
colisionaban en el cielo y en el ring, generando impactos ensordecedores.
– Madre mía... – murmuró Glova, sintiendo el combate
como si se librara en sus propias carnes.
Entonces observó discretamente las expresiones del
grupo. Destacaba el rostro de Vegeta, a quien, entre dientes, parecía no
agradarle lo que veía. Yamcha, Krilin y Tenshinhan parecían algo asustados por
la lucha titánica. Con tensión, intentaban seguir todos los movimientos.
Gohan, Trunks y Piccolo contemplaban la pelea con
seriedad y concentración. La presión del destino de La Tierra se hallaba ahora
mismo sobre los hombros de Goku. Pero, si él fallaba, ellos serían los
siguientes en soportarla.
Finalmente, y ya sin discreción alguna, Glova miró a
Glacier, que observaba la lucha. No parecía excitado, pero sus ojos brillaban
con una luz poco habitual, como si una fuerte emoción los inquietara.
– Menudo nivel... – dijo el blanquecino al fin.
– Recién llegamos a un planeta y ya nos quedamos atrás
ante esto – Glova sonrió – Aunque no sé si debería preocuparme – su mirada se
cruzó con la de Piccolo. Este último, sin comprender muy bien la diversión del
saiyan, le devolvió una sonrisa forzada, creyendo saber a qué podía deberse.
Sin embargo, acto seguido frunció los labios volviendo su atención al combate.
No parecía muy seguro del as en la manga de Glova, a pesar de haberlo visto con
sus propios ojos.
Aquel día en la sala del espíritu y el tiempo, Glova
demostró estar muy por encima de Piccolo, si quería.
– ¿Qué te parece? – preguntó el Ozaru mirando desde
arriba al pequeño namekiano.
– Su... su energía es... abrumadora... – balbuceó él
contemplando a su nuevo oponente.
– Pruébame – le instó el saiyan transformado.
Piccolo saltó hacia delante y fintó entre las piernas
del gigante para acometer entre algún hueco, pero la enorme cola del simio
le golpeó antes, enviándole a muchos metros de distancia.
El namekiano se recuperó, pero tuvo que esquivar una
enorme bola de energía rojiza que estalló en el suelo, justo a su lado,
provocando una explosión que le sacudió como si un soplido de viento impulsara
a una hormiga de su lugar.
Piccolo se levantó tras reponerse de la conmoción,
horrorizado, contemplando cómo aquel ataque energético se consumía en el suelo,
entre llamas de colores burdeos y rosados – ¡Podrías haberme matado! – gritó a
Glova.
– Lo siento – se disculpó el gran gorila con voz grave
y monstruosa – Hace años que no uso mi transformación y no estoy acostumbrado a
ella – parecía casi una broma ver a la bestia pidiendo perdón.
– Ahora veremos cómo de resistente eres – Piccolo se
llevó dos dedos a su frente y tras unos cortos segundos, disparó con ellos un
potente rayo dorado rodeado de una espiral infinita – ¡Makankosapo!
El ataque impactó veloz contra el enorme pecho de
Glova, quien se aventuró a dejarse golpear por esa extraña técnica.
– ¡Ugh! – gruñó el Ozaru mientras daba un paso
hacia atrás.
Piccolo, al no saber si le había atravesado, se acercó
al Ozaru. Después de todo, un agujero tan pequeño no sería inconveniente para
un saiyan.
– Menuda potencia, Piccolo – alzó la voz Glova –
Podría haber penetrado mi carne de no ser porque supero tu poder ampliamente.
Pero noto que esta técnica es algo especial, ¿quién diría que proviniera de ti?
Apuesto a que llegas a acertar en mi forma ordinaria y me atraviesas como si
fuera mantequilla.
El namekiano se fijó mejor y vio cómo sangraba un
punto redondo y apenas profundo del pecho de su compañero. – Menuda bestia...
En el presente...
Cell, en mitad del enfrentamiento,
decidió que las reglas debían ser cambiadas y destruyó el ring de una sacudida
de Ki.
El combate podía continuar, pero ahora la victoria se conseguiría
mediante rendición o muerte. Así, el espectáculo prosiguió de forma intensa.
El Kamehameha de Goku dio de lleno a Cell tras usar la
transmisión instantánea tan inesperada, colocándose justo enfrente del
bioandroide.
– ¡Cuidado, Goku! ¡Puede regenerarse! – le advirtió
Krilin.
El cuerpo de Cell, sin cabeza ni brazos, se levantó de
un salto y de sus mutilaciones brotaron sus carencias en un segundo, mojadas de
una sustancia orgánica, obviamente producida por la regeneración.
Para el asombro de todos, el combate continuó a plena
potencia. Impetuosos ataques eran disparados unos contra otros, motivando la
tensión entre los espectadores.
Los luchadores estaban cansados y sus energías aún
brillaban alrededor de sus cuerpos cuando peleaban, pero tras un corto diálogo
entre ellos, Goku alzó su voz para que todos pudieran oírle – ¡Me rindo!
– ¿Pero qué demonios está diciendo? – maldijo Vegeta,
sorprendido y nervioso.
– ¿En qué está pensando? – masculló Piccolo.
– Vamos, Goku – rio Cell – Estoy seguro de que Vegeta
y Trunks han mejorado bastante, pero no hay nadie que llegue a tu nivel.
El super saiyan sonrió – Ahora que he comprobado tu
nivel, estoy seguro de que podrá derrotarte.
– Hm – sonrió el androide – ¿Te refieres, quizás, a
los dos nuevos extraños?
– Goku sabe que no tengo intención de meterme en este
asunto, ¿verdad? – preguntó Glacier en voz baja a su compañero.
– Eso creo – respondió Glova, algo nervioso – ¿Qué
pretende hacer? – se preguntaba inevitablemente.
– ¡Es tu turno, Gohan!
Todos miraron anonadados al joven super saiyan. Nadie
creía que aquello fuera posible y todos opinaron al respecto. Naturalmente,
Glacier y Glova, algo apartados del grupo de guerreros Z, también comentaron
todo lo que estaba sucediendo.
– ¿Crees que va en serio? – preguntó el saiyan.
– Eso parece – Glacier no apartaba su mirada de Goku –
Es joven para ser tan poderoso.
– ¿Significa eso que Gohan es más fuerte que Goku? Me
cuesta creerlo.
– En cualquier caso, Cell ha perdido energía tras la
pelea. Quizás el pequeño tenga posibilidades.
– ¿¡Qué demonios haces!? ¡Las semillas no son para él!
– gritó Krilin a Goku cuando este último lanzó una a Cell.
– ¿Qué ha pasado? – preguntó Glova a Trunks – ¿Qué le
ha dado?
– Las semillas senzu reestablecen la energía y sanan
las heridas de quien las toma.
– Qué idiota – añadió Glacier, cruzado de brazos y
mirando cómo el bioandroide se maravillaba por el efecto de aquel mágico
alimento – Si queríais derrotar a ese ser, deberíais haber subido uno por uno
al ring y cuando estuviera debilitado, atacar todos juntos reenergizados por
esas semillas.
– No comprendes el orgullo saiyano – le interrumpió
Vegeta – Un saiyan que se precie jamás aceptaría una pelea injusta.
– Yo a eso lo llamo idiotez – reafirmó el gigante
blanco – Cuando se trata de salvar la vida a manos de un monstruo como ese, si
no puedes huir, deberíais plantear soluciones, no poner en práctica valores
morales de subjetiva pretensión.
– Yo tampoco se la hubiera dado – añadió Trunks,
nervioso ante la nueva situación. El combate iba a dar comienzo.
La pelea comenzó y la emoción saltó por los aires.
Gohan era lo suficientemente rápido para esquivar a Cell, pero éste aún no se
había puesto serio. Tras un cabezazo en la frente de su adversario, el
bioandroide lanzó a su víctima hacia unos montículos rocosos, a larga distancia
de allí.
– ¡Vamos, Goku! ¡Vuelve al combate! – le insistió él –
Toma una senzu y continuemos seriamente.
Pero entonces se percató de que Gohan seguía en pie.
Tras un momento de incredulidad, ambos luchadores comenzaron a dialogar entre
ellos.
Nadie excepto Piccolo sabía de qué hablaban.
De repente, el combate continuó. Cell acometió
numerosos golpes que hicieron mella en el aspecto de su oponente. Pareciera que
partiría los huesos del pobre crío.
Cuando Goku y compañía se decidieron para intervenir
por el reproche de Piccolo a un mal padre, el bioandroide dejó caer a Gohan al
suelo. Había pensado usar una mejor táctica para hacerle rabiar. Fue veloz y
arrebató con rapidez las senzu de la mano de Krillin, volviendo seguidamente
enfrente de Gohan.
Parecía que la situación se complicaba. El objetivo de
Cell cambió a ser los compañeros de su oponente, y Goku no había tenido la
molestia de tomar una semilla tras su combate. Estaba aún exhausto.
Ante todo pronóstico, el androide 16 fue directamente
hacia Cell, por detrás, y le atrapó entre sus brazos.
– Es sorprendente que se mueva tan rápido y no expela
ni un atisbo de energía – opinó Glacier.
– ¡Pretende autodestruirse! – oyeron exclamar a
Krillin – Pero... Bulma se deshizo de su bomba cuando le reparó...
– ¿Y no lo sabe? – comentó Glova volviendo su atención
al robot – Qué putada... –
El androide voló en pedazos tras una ráfaga de energía
emergida de la mano de Cell, quien pateó su cabeza cuando cayó a su lado,
lanzándola lejos. En ese instante miró al grupo entero – Vosotros sois los
siguientes – rio mientras los contaba.
El aguijón de su cola se expandió y de su interior
salieron disparados 9 criaturas con altura de niños de diez años. De hecho, sus
voces no parecían de alguien mayor, pero las risas que emitían irradiaban a su
vez una maldad desbordante.
– ¡Khikhikhi! – reían todos mientras miraban con
malicia lo que les rodeaba.
– Aquellos son vuestros objetivos – ordenó Cell –
Hacedles sufrir, no dudéis en matar, si os place.
– ¡Cuidado! – advirtió Goku – ¡Son muy poderosos!
Los Cell juniors se repartieron los espectadores
equitativamente, y éstos les esperaron con la guardia en alto. Tanto Vegeta
como Trunks se transformaron en super saiyans para hacer frente a la nueva
amenaza, pero pronto descubrirían que sus fuerzas estaban muy igualadas.
Glova se encontró con uno de los Cell juniors, que le
sonreía burlonamente a pocos metros de distancia – ¿Cell nos envía a sus hijos?
– el saiyan disparó una ráfaga de energía, pero fue esquivada con suma
facilidad y, sin esperárselo, percibió al crío a su lado, mofándose de él
moviendo sendas manos en la cabeza, antes de alzar una pierna para propinarle
una rápida patada. Glova dio un salto hacia atrás, sorprendido de haber evitado
el ataque, pero descubrió entonces que no era mérito suyo. Glacier aguantaba la
pierna del pequeño con su mano fuertemente cerrada en ella.
Aquel Cell junior, enfadado, intentó golpear al enorme
alienígena, pero todos sus esfuerzos fueron en vano. Glacier estrelló al
pequeño en el suelo y golpeó duramente con su puño, levantando una pequeña capa
de polvo.
Desde su perspectiva, Glova pudo evidenciar entonces
que la cola de su compañero balanceaba como un trapo el cuerpo sin vida de otro
Cell jr. Y, hasta que no comprobó que su último puñetazo había sido mortal,
Glacier no dejó caer su presa al suelo.
– Son muy rápidos – comentó Glova – ¿Cómo has...?
– Supongo que querrás ayudar a los demás – le
interrumpió.
Glova miró al grupo. Estaba recibiendo una buena
paliza. Todos a excepción de Vegeta y Trunks, caían como muñecos de
entrenamiento una y otra vez.
– Sí, me he comprometido con ellos – dijo antes de salir
volando con el escudo presionado a su costado.
Glacier cruzó los brazos al pecho y contempló de nuevo
a Cell, quien le miraba, sorprendido por lo que acababa de presenciar.
El primero que recibió la ayuda de Glova fue Piccolo,
que, tirado en el suelo, recibía puntapiés de un Cell jr. La patada acertó
directamente en la cabeza del crío, haciendo que se estrelle contra el suelo a
pocos metros. El saiyan tendió una mano a su compañero verde y le ayudó a
levantarse.
– Vamos – le animó – Juntos, podremos con él.
Cuando el pequeño levitó para ponerse en pie, sólo vio
a su agresor: Glova le esperaba con el escudo por delante. El pequeñín sonrió
mostrando los dientes y voló con potencia hacia él. El puñetazo que dio se
quedó en nada; su muñeca parecía haberse partido por el golpe contra el escudo
y Glova casi ni se había inmutado.
– Arh... – masculló confuso.
Desde detrás de Glova, unos brazos anormalmente largos
salieron a la vista, agarrando con fuerza los del Cell jr. para inmovilizarle.
Entonces Glova bajó el escudo con la zurda para mostrar el ataque preparado con
su diestra: un rayo cerúleo iluminó el rostro de su objetivo – ...Kaiol!
– ¡Blam! – la explosión llamó la atención de
los demás Cell juniors, quienes dejaron de agredir los cuerpos derrumbados de
los luchadores más debilitados.
Krillin, Tenshinhan, Yamcha y Goku, dejaron de sufrir
la tortura de los pequeños demonios verdes. Éstos, divertidos, fueron a ver lo
ocurrido.
En el suelo, delante de Piccolo y Glova, se hallaba
uno de los hijos de Cell, con las manos ensangrentadas en la cara, gritando de
dolor. Entonces los otros cuatro pequeñajos les rodearon, todos con risas igual
de diabólicas, todos con miradas llenas de maldad y sadismo.
– Tenme esto – pidió Glova al namekiano, ofreciéndole
el grandioso escudo de su brazo.
– ¿Qué? ¿Qué vas a hacer?
– Eliminar nuestros problemas – de sus manos brotaron
dos esferas de energía blanca y las lanzó al cielo en diferentes direcciones.
Cuando sus puños se cerraron, las bolas estallaron en dos luces algo
parpadeantes, pero intensas.
El rostro de Glova se tornó siniestro bajo la luz de
sus lunas – ¡Se acabó, Cell! – gritó mientras su voz cambiaba gravemente a cada
palabra.
¡Y la fiesta continua en el próximo capítulo!
ResponderEliminar¡Glova va a darlo todo! Espero que os guste :D
Wooooooow increíble como a cambiado tener dos nuevos miembros en el equipo y lo que esta aún por venir es increíble
ResponderEliminarMe alegro que te guste tanto :)
Eliminar