Capítulo 7 – Luz eterna
El terreno estaba hecho trizas. El rastro del combate
se había materializado en un paisaje destrozado. Pero eso daba igual, Rey y
Emperador habían sido derrocados.
Glova se acercó al cadáver de Cold. Su cuerpo decapitado
era robusto y musculado - Menuda bestia - susurró el saiyan.
Fijó entonces su mirada en la nave de Freezer, al otro
lado del campo de batalla - Los soldados siguen vivos - pensó.
Cuando llegó allí, los terrícolas habían acabado con
toda la guardia imperial. Uno de ellos, el mismo que antes le habló y que
vestía una camisa rosa, volvió a hablarle.
– Exijo que me des una explicación – gruñía Vegeta – ¿Quién
diablos eres y por qué no sabemos nada de ti?
Glova arqueó las cejas. La pregunta le resultó extraña
y la manera de dirigirse a él no muy educada – ¿Por qué ibas a saber tú de mí?
¿No sabes que acabo de salvar tu planeta?
– Este tío no sabe ni quién soy... – pensó Vegeta para
sí.
– Aunque ahora que lo dices... – continuó Glova – tu
cara me suena...
– Si eres un saiyan de verdad ¿Por qué no reconoces al
príncipe de los saiyans?
Entonces Glova empezó a recordar: esta persona se
parecía bastante al Rey Vegeta... era su hijo. Decía la verdad.
– Quizás sea un caso olvidado, como el de Goku –
insinuó Yamcha.
– Todos conocíamos la existencia de Kakarotto – le
cortó Vegeta sin apartar la mirada del extraño – Los únicos saiyans que
quedamos con vida somos Kakarotto, su hijo bastardo y yo.
– Entonces úneme en tus cuentas – Glova fue
rápidamente hasta Vegeta y le empezó a estrangular para el asombro de los
demás. Le levantó del suelo con una mano – Dame algún motivo para no matarte
ahora mismo, a ti y a los que quedáis con vida.
Todos los Guerreros Z se pusieron en guardia al verlo como
una nueva amenaza y Bulma se escondió detrás de Yamcha.
– Arg... – Vegeta gruñía intentando zafarse
inútilmente del agarre.
– ¿Qué estás haciendo? – exclamó Gohan – ¡Suéltale!
¡Hace tiempo que dejó de ser un servidor de Freezer!
Glova tiró al suelo a su presa – ¡Vaya! Un traidor,
justo como yo – se agachó para hablar más de cerca a Vegeta, que ahora tosía en
el suelo, casi sin respiración.
– ¿Te exculpa eso de la crueldad y el esclavismo de tu
pueblo?
Todos miraron a Vegeta.
– ¡Cof! ¡Cof! No sé de qué estás hablando.
– ¿No te suena una raza conocida con el nombre de
Tsufurs?
Vegeta abrió los ojos y miró a Glova, incorporándose y
dando unos pasos hacia atrás – ¿Por qué te importa esa raza exterminada?
– ¡No, señor! Casi exterminada – dijo realzando su voz
en la palabra “casi” mientras levantaba un dedo al cielo, bromista y a la vez
con aire amenazante.
– ¿De qué tonterías estás hablando?
– ¿Qué ocurre? ¿Vas a decirme que desconocías las dos
familias de Tsufurs que trabajaban esclavizados para vosotros?
La cara de Vegeta expresaba sorpresa, toda aquella
situación era demasiado azarosa.
– Bueno, por la manera con la que nos tratabais,
probablemente no tendríamos mucha importancia para vosotros, así que no me
extraña que ignores un hecho tan particular.
– ¿Por qué demonios te estás incluyendo? – Vegeta
quería explicaciones y su orgullo se imponía ante el miedo que Glova le podía
causar.
– Eso da igual. Me encuentro en una situación algo
incómoda – Glova no parecía que hablara en broma – ¿Te mato o no te mato? Al
fin y al cabo, eres el príncipe de los... ¿Dónde está tu cola? – se percató.
Vegeta bajó un momento la mirada antes de responderle –
¿Qué te importa a ti? ¿Cuál es tu maldito objetivo? ¡Has acabado con el Imperio
del frío de un plumazo!
– Parece que alguien quiere hacer justicia, Vegeta –
dijo Piccolo, divertido – Y este justiciero es un traidor a tu raza.
– Terrícola verde, preferiría no dar una mala
impresión de mí. No soy ningún justiciero. Me llamo Glova, soy un saiyan, hijo
de padres traidores; traidor, en consecuencia, y criado por una familia de
tsufurs esclavizada. Tanta crueldad la pagasteis cara con la destrucción de
vuestro planeta – miró de nuevo a Vegeta – Y, aun así, Freezer consiguió dividir
mortalmente a mi familia. La venganza está hecha, pero el odio hacia tu sangre
me anima a matarte a ti también ¿Fuiste tú, Vegeta, el que hirió a Freezer en
la batalla de Namek?
– No, señor – dijo el crío que estaba junto al hombre
verde – Esa persona es mi padre, él es también un saiyan, pero no tiene nada
que ver con ellos.
– Es verdad – reafirmó Bulma – Goku es la mejor
persona que conozco.
– Si tanto es así, pequeño, deja que lea tu mente –
cuando vio la expresión algo impactada del joven, añadió – ¿Cómo te llamas,
mestizo?
– Son Gohan.
– Bien, Gohan. – continuó Glova – Para saber si dices
la verdad y que no sois más crueles que los saiyans que yo he conocido, dejarás
que lea tu mente.
Gohan dudó. Miró la expresión de Piccolo, que le
expresaba que él también dudaría en su lugar. Pero finalmente se acercó – Está
bien.
Glova puso su mano en la cabeza del joven – Cuéntame
lo que sepas sobre tu padre – cerró los ojos y en menos de un segundo Glova
cayó al suelo de rodillas.
– ¿Qué...? – Gohan no entendía nada.
Y nada tenía sentido. Según ese crío, su padre había
sobrevivido a la destrucción del Planeta Vegeta por suerte: cuando era un bebé,
su nave despegó poco antes de la gran explosión. Eso significaría que el
exterminio de los saiyans pasó haría más de dos décadas, cuando él sabía que
pasó hacía no más de un lustro.
– Vegeta ¿Cuántos años hace de la destrucción de
nuestro planeta natal?
– ¿Dónde demonios has estado viviendo para no
enterarte? – Vegeta parecía molesto, impotente y ofendido.
– Contesta – ordenó Glova, tranquilo, pero con un tono
hostil.
– Hace 25 años, aproximadamente.
Glova se quedó en shock ¿Qué era todo esto? El mundo
daba vueltas sin sentido por su cabeza. La pregunta de Vegeta no iba por mal
camino ¿Dónde había vivido durante todo este tiempo?
Entonces se tranquilizó y se incorporó – Tienes un
padre honorable, Son Gohan.
– Tú, en cambio – miró a Vegeta – No me caes bien.
– Tch... – chistó él cruzado de brazos – No me
importa.
– Goku llegará en pocos minutos – interrumpió una
nueva voz. Era Trunks, que llegó al área volando a ras del suelo – Seguidme si
queréis.
Un silencio incómodo.
– ¿Os conocéis? – pregunta Krillin, mirando a Trunks y
a Glova.
– No – dijeron ellos al unísono.
– Tú me intrigas más que nadie – se dirigió Vegeta al
nuevo miembro de la conversación – ¿Quién eres y de qué conoces a Kakarotto?
– ¿No eras rubio? – le preguntó Glova, extrañado y
mirando su pelo violáceo.
– No puedo dar mi nombre, lo siento – contestó con la
mirada seria, pero con cierto aire alegre – Tengo 17 años y no conozco a Goku,
solo he oído hablar de él. Su nave aterrizará probablemente en unos minutos
cerca de esta zona.
Acto seguido, Trunks echó a volar y todos le siguieron
tras mirarse unos a los otros. Glova no se movió.
– ¡Tú también puedes venir! – exclamó el desconocido
desde la distancia. La pierna derecha del espadachín tenía una gran mancha de
sangre seca en el pantalón.
Glova sonrió y fue tras ellos.
Antes de pisar tierra donde el desconocido aterrizó,
notaron el Ki cercano de Goku. Glova fue el primero en mirar hacia la dirección
por donde provenía la energía del supuesto super saiyan.
– Ahí está – dijo Trunks.
Todos contemplaron una cápsula redonda aterrizar a
poca distancia de ellos, formando un cráter enorme.
– Phew… – soltó Goku al abrir la compuerta de
la nave.
– ¡Papá! – saltó Gohan.
– ¿Eh? ¿Qué hacéis aquí? ¿Cómo sabíais que llegaría
hoy?
– Nos lo dijo este chico – dijo Bulma, señalando a
Trunks – ¿De qué os conocéis?
– Uhm... No le conozco – dijo Goku, extrañado.
– ¿Qué? Creía que nos tomaba el pelo.
Glova sentía que allí no pintaba nada y que había algo
raro en ese joven desconocido, pero quería conocer al padre de Gohan, el super
saiyan.
– ¿Estás seguro? Él sabía cuándo y dónde llegarías.
– Qué raro. La verdad es que Freezer supo de alguna
manera que me dirigía a la Tierra y se adelantó. Noté un gran Ki que le hizo
frente ¿Quién le derrotó? ¿Fuiste tú, Vegeta? ¿O fue Piccolo?
Todos callaron durante un largo segundo.
– La verdad es que este saiyan los derrotó – dijo
Tenshinhan.
– ¿Qué? ¿Un saiyan? – dijo Goku fijándose en su ropa y
su cola.
– Hola – se presentó él – Mi nombre es Glova. Estoy
aquí para conocer al super saiyan que derrotó a Freezer en Namek.
– Él es más fuerte de lo que parece. Derrotó a Freezer
y a su propio padre – dijo Piccolo – Pero todo esto no acaba aquí. Él también
es un super saiyan – señaló a Trunks.
Goku miró sorprendido al joven – ¿En serio? – miró a
Glova – ¿Somos tres super saiyans?
– No – aclaró Piccolo – Glova no lo es.
Glova, confuso por tanta palabrería incomprensible,
exclamó – ¿De qué habláis? ¿Super saiyan? Pero si no se parece en nada a un
saiyan.
– No es nada de eso – dijo Gohan – Son capaces de
transformarse en guerreros formidables, son Super Saiyans – como si aclarara
algo.
Todo era un mar de confusión.
– ¿Podéis ser un poco más claros? – suplicó Glova.
– Antes de nada, quisiera contarte un par de cosas,
Goku – dijo Trunks – A solas.
– ¿No podemos enterarnos? – dijo Yamcha.
– Lo siento, chicos – les sonrió Goku – Ahora vuelvo.
– Está bien – sentenció Glova – Antes de irme, por
favor, enseñadme de lo que estáis hablando.
Goku se dio la vuelta y vaciló antes de que el aura
dorada le rodeara. Su pelo se tornó rubio y sus ojos verdes. Era un Super
saiyan. Trunks, detrás de él, sonreía contemplándole.
– Wow... – exclamó Glova – Impresionante... –
dijo con cierta exageración.
– Gracias por todo, Glova – se despidió Goku alzando
su mano en forma de saludo mientras la transformación se desvanecía – Me
encantaría combatir contigo algún día.
– Un placer – Glova se dio la vuelta y empezó a
caminar hacia la dirección opuesta para la que estaban yendo Trunks y Goku.
Estaba fascinado por lo que acababa de contemplar,
pero todo era demasiado extraño. ¿Por qué no poseían cola ninguno de los
supuestos saiyans? No le interesaba nada las vidas de estos individuos y, sin
embargo, le atraían ciertamente. Una verdad conectada con ellos, los únicos
saiyans puros supervivientes. Debía esclarecer todo, pero no lo clarificaría
allí.
– Tu nombre es Piccolo, ¿verdad? – le preguntó al
individuo verde antes de continuar su camino.
Piccolo asintió.
– Goku tiene 25 años, ¿No es así?
– ¿Eh? – la pregunta le pilló desprevenido – Ehm...
sí.
– Gracias – dijo antes de continuar.
– ¿Adónde te vas? – preguntó Gohan.
– A casa – concluyó él.
Llegó a su nave tras recoger el escudo que había
dejado en el área de combate y se incorporó en el asiento del piloto.
Pensativo, Glova se puso en contacto con Lachi y Nasera.
– ¿Glova? ¿Eres tú? – la pantalla estaba desactivada.
– Sí, soy yo.
– Hace tiempo que no nos llamas. Estábamos
preocupados.
– Lo siento. Tengo buenas y malas noticias.
– Cuéntanos – dijo Nasera, con voz preocupada.
– La buena es que he hecho venganza. Freezer y su
padre han muerto.
– Dios... – farfulló Lachi – Estamos muy orgullosos.
– Bien hecho, Glova – dijo Nasera – Esos tiranos no
destruirán ya a más familias ni esclavizarán más planetas.
– ¿Cuál es la mala noticia? – preguntó el científico,
nervioso – ¿Te han herido?
– No. No estoy herido. La mala noticia es que he
encontrado en mi travesía un par de saiyans...
– ¿Qué? – exclamó Nasera.
– Así es – cortó Glova – Y sus versiones sobre la
destrucción del Planeta Vegeta no concuerdan con la mía. Desde pequeño tengo
lagunas de memoria y vosotros sois los que podéis aclararme todo. Si mis
deducciones no me fallan, me debéis una explicación.
Un incómodo silencio se apoderó de la conversación.
Nasera fue la que habló entonces.
– ¿Mataste a esos saiyans?
– No.
– ¿Por qué no?
– No merecen la muerte desde mi punto de vista.
– Pero ¿qué estás diciendo, Glova? – se alteró Nasera –
¿No recuerdas lo que nos han hecho?
– Ellos no representan a los saiyans que fueron
crueles con nosotros.
– Glova, deberíamos exterminar esa raza.
– ¡Deja de ignorar lo que acabo de decir!
Nasera estaba impresionada, paralizada.
– Me debéis una explicación, y vuestro intento por
ignorar el tema me lo reafirma.
– Está bien, Glova – dijo Lachi – Por tu bien,
guardamos un secreto importante para ti. Pero querríamos contártelo en persona.
– Iré para Glasq en cuanto pueda.
– Glova – dijo el doctor.
– Dime, Lachi.
– Te queremos.
Glova apretó un botón y la conexión finalizó. Echó su
cabeza encima de los brazos que tenía descansando en la mesa del mando de
control de la nave. Se restregó la cara en el brazo. No sabía por qué le
afectaba tanto algo que desconocía. Sin saber de qué se trataba, presentía que
era algo de gran relevancia.
Tras un rato, Glova consiguió tranquilizarse. Comprobó
los datos del estado de la nave y se percató de que apenas le quedaba
combustible.
Salió entonces y fue volando directo al gigantesco
módulo espacial de Freezer. Tardó como media hora encontrar los tanques de
combustible y trasladar su contenido a los tanques de su vehículo. Pero fue
suficiente para llenar los depósitos del mejor combustible del imperio.
Despegó y en menos de un minuto ya se alejaba de La
Tierra. En cuanto se dio un baño, Glova marcó como destino el planeta Glasq y
fue desnudo directo a la cama. Estaba agotado.
A los tres días de viaje, una llamada interrumpió la
soledad del saiyan.
– Señal del señor Cliv – comunicó la voz metálica de
la nave.
– Abre conexión.
– Señor G., buenos días donde quiera que esté.
– No estoy en ningún planeta, Cliv.
– Ah... pues buen espacio. Me comunico con usted
urgentemente porque debo advertirle que mis costos derivados a nuestro trato se
están viendo mermados por diversas circunstancias. No sé si sabe que se rumorea
que el Emperador y su Rey han perecido en combate.
– Algo he oído.
– Probablemente los problemas con el saiyan en Namek
han hecho de todo esto un gran bulo. Pero la farsa está provocando por diversas
zonas rebeldía e incluso guerras civiles en algunos planetas. El imperio está
poniendo orden y eso me afecta gravemente. De momento he tenido que retirar la
mitad de mis tropas de tu planeta protegido y dentro de poco no tendré más
remedio que retirar el noventa por ciento restante.
– Eso no es bueno.
– Para nada. Pero me veo obligado a ello. Y requiero
que cumpla la parte de su contrato inmediatamente, aunque la demora del mismo
aún esté vigente, el tiempo que puedo ofrecerle se acorta drásticamente.
– Lo sé. No tuve en cuenta que fuera a hacer un viaje
tan largo. Mantén un mínimo de defensas en el planeta y prometo cumplir con
intereses mi parte del contrato.
– No puedo prometerle eso. Pero le comunicaré con
veracidad la situación.
– Está bien. Gracias.
– Mándeme su posición y yo estimaré el tiempo de llegada
hacia Gelarpa. No se demore.
– Entendido.
– Vaya – susurraba Glova para sí – Tengo que darme
prisa... Ordenador – se dirigió a la nave – ¿Cuánto tiempo tardaremos en llegar
a Gelarpa a máxima velocidad?
– Aproximadamente dos meses.
– Es demasiado tiempo... quizás no sea suficiente para
mantener las defensas que requiere Glasq...
– He de informarle de que, gracias al nuevo
combustible preparado para cosmonaves, la propulsión de emergencia de la
nuestra podrá activarse durante todo el viaje – advirtió el ordenador – Con
posibilidad de dañar el motor y/o los impulsores.
– ¿En serio? ¡Estupendo! – la cola de Glova se agitó
como si bailara – ¿Cuánto tiempo tardaríamos entonces?
– Aproximadamente un mes.
– ¡Bien! Actívalos.
– Si el motor sufre una avería en medio del espacio el
retraso demoraría más de dos meses.
– Actívalo. Esta nave está bien diseñada – dijo para
autoconvencerse – No fallará.
En aquel mes de viaje Glova se prepararía para meditar
y concentrarse de nuevo. No dudó entonces en contactar con Khän.
– Hice justicia, maestro. Lo conseguí.
– ¿Te pareció un duro rival?
– Sobre todo Cold, el padre de Freezer.
– Pues claro que el padre. Hiciste bien, entonces –
Khän estaba enfrente de Glova, de pie. Todo lo que les rodeaba era una
blanquecina nada.
– Hay otra cosa que quiero contarte.
– Las palabras sólo sobran entre causa y consecuencia.
– Encontré dos saiyans en aquel planeta. Dos saiyans
como yo. En un principio los odié, pero después, no.
– El control del odio puede ser un bien útil.
– No necesité controlar nada. Simplemente me dieron
igual.
– Planes fracasados abren las puertas a un destino no
tan programado.
– ¿Qué planes dices?
– Serán desvelados en el momento oportuno.
– Ya... De otra cosa quería hablarte.
– Secretos familiares – dijo Khän mirando hacia un
horizonte inexistente.
– Exacto – contestó Glova, acostumbrado a la
adivinación de su maestro – ¿Puedes contarme algo más? ¿Algún consejo a seguir?
– Un día contemplé un crepúsculo verde esmeralda. Mis
ojos fueron cegados durante una milésima de segundo antes de que todo el cielo
agotara su color. Todo era negro. Las nubes estorbaban la profundidad de aquel
mágico acontecimiento. Se escucharon truenos, pero ningún rayo estorbó la
oscuridad. A los minutos, todo volvió a la normalidad. Mi maestro no satisfizo
mis dudas ¿Qué había sido aquello? ¿Por qué me sentía plenamente atrapado en la
majestuosidad del suceso? – "No tienes por qué saberlo ni es de tu
incumbencia, curioso alumno" – Seguí investigando por mi cuenta y descubrí
de qué se trataba, sabiendo, a los años, que era plenamente de mi incumbencia.
"¿Por qué mentiste, maestro?" – pregunté entonces – "No te
involucraba hasta el momento en el que te respondí" – Me contestó él,
sabio como pocos.
Glova se quedó inmóvil, sin saber qué añadir a eso.
Era la primera vez que escuchaba a Khän hablar en primera persona.
– No creas en lo que confías, si no sientes valimiento
en ello.
Glova calló y simplemente quiso entender. Sentía
curiosidad por su maestro, tan misterioso, tan extraño. Pero segundo a segundo,
supo que se sentía igual consigo mismo. Era un saiyan muy singular, capaz de
detener a los reyes del universo. Y era enigmático, porque si intentaba
recordar su infancia, no podía hacerlo de forma detallada; porque si se
preguntaban quién era, no sería capaz de responder con seguridad.
¡Espero que os haya gustado! =D
ResponderEliminarEl camino de Glova continúa por su propia senda. Una deuda pendiente con Cliv y una explicación que le deben sus propios tutores.
Por ahora, la próxima parada es Gelarpa.
capitulo muy tranquilo pero cargado de sucesos. Por un lado Nasera y Lachi, la verdad oculta, por otro lado Cliv y la promesa incumplida, Glova en medio de todo esto. En la Tierra se empiezan a dar los sucesos de los androides, como afectara esto a Vegeta y Goku, saber de Glova y su poder. Y Khan, tan misterioso como siempre.
ResponderEliminarFelicidades por el buen capitulo !
¡Muchas Gracias! :)
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