Capítulo 4 - Con alma de saiyan




Capítulo 4 – Con alma de saiyan

– Mis hazañas no serán menos justas porque no sean alabadas – alzaba con torrente de voz aquella persona sin rostro.
– Si crees que tu juicio exime de errores a tus actos, estás muy equivocado – decía otra con tono de réplica.
– ¡Ya basta!

Glova despertó en su mullida cama. Acostumbrado a esos extraños sueños, se destapó calmado dejando el edredón blanco a un lado y fue desnudo hasta la ventana más cercana de su dormitorio. El espacio siempre había sido una visión impactante.

Mientras se rascaba la cabeza, su cola ondeaba de un lado para otro. El saiyan se dirigió a la despensa y desayunó tranquilo. Cuando hubo descansado se sentó en un sillón y comenzó a meditar. Una luz iluminó por dentro el paladar de Glova y en unos segundos tomó contacto con Khän.

– Estoy de camino, maestro.
– Incluso los menos sabios conocen en el fondo que ignoran sus últimas metas.
– Necesito práctica y entrenamiento, pero aquí no puedo realizar ningún tipo de técnica sin destrozarlo todo. Querría haber entrenado el Halio Kian, pero no tuvo en cuenta que se requieren dos mentes para desarrollar la técnica.
– Pues divide la tuya.
– ¿Qué divida mi mente? ¿Es algo nuevo que quieres enseñarme?
– Eso no te lo puede enseñar él. Debes hacerlo tú mismo.
– Menudo consuelo.
– Hay algo que debes saber, joven Glova – habló Khän con claridad – El planeta hacia donde vas es un lugar maravilloso, porque sus habitantes son puros de corazón. Si es ese el objetivo del tirano de Freezer, líbrales del mal que les aguarda, porque allí el emperador tendrá planes de consumar su avaricia y poder.
– ¿Conoces los planes de Freezer?
– No, pero sabe la base de su intención.
– ¿Y cuál es?
– Ya lo dijo – La avaricia y el poder.
– Eso no aclara mucho. De todas formas, no importa. Freezer se enfrentará a mí y uno de los dos caerá ante la muerte.
– No, si logra su deseo.
– ¿Su deseo?
– En Namek se encuentra uno de los objetos divinos capaces de hacer realidad los sueños de las personas.

Glova calló por un momento. Hacer realidad los sueños de Glova con simplemente pedirlo estaría muy bien, o eso pensaba.

– Me da igual. Si su poder crece, entonces puede que ya no haya ninguna salida. Pero la suerte ya está echada. No pienso volver atrás. Tengo la nave espacial más rápida que pudieron crear a partir de los motores de otras naves espaciales de Glasq y voy a la velocidad máxima de los impulsores. Le daré lo que se merece.
– Haz justicia, Glova, no lo olvides.

La meditación era un entrenamiento simple de control mental y energético, pero no potenciaría sus músculos, y eso le agobiaba.

– ¿Cuánto queda para llegar al destino fijado? – preguntó el saiyan en voz alta.
– Tiempo estimado – contestó la nave automáticamente – 704 horas.
– Un mes de espera…

En aquel tiempo, Glova entrenó su forma física mediante la práctica de técnicas que no requerían el uso de la energía que pudiera ocasionar destrozos. Aún así, se sintió impotente. La soledad le amargaba.

Los días pasaron y el guerrero se sentía cada vez más olvidado por el mundo, pero no hubo ni un solo día que no entrenara. La meditación le despejaba la mente y le ayudaba a concentrarse.

A los 27 días, Glova había perdido la noción del tiempo y evitaba situar cuántos días habían pasado con tal de que llegara el momento – Cuando el ordenador me avise de la llegada, daré saltos de alegría – pensó. Pero no fue así.

– Nos hemos adentrado en la órbita de Namek – anunció de repente la voz metálica.
– ¡Oh, bien! – exclamó Glova – ¡Por fin!
– Detecto un error circunstancial – continuó – El planeta no se encuentra en las coordenadas indicadas.
– ¿Qué? – Glova se acomodó en el asiento del piloto – ¿Cómo es posible?
– Las circunstancias indican que el planeta ha sido destruido.
– Maldito Freezer… - el saiyan pegó un puntapié a la silla del copiloto – ¿Qué hago ahora?

Tras unos minutos de reflexión, Glova tomó una decisión.

– Me comunicaré con mis tutores – pero algo le hizo cambiar de idea – Mejor… - murmuró dejando el localizador en la mesa – Mejor llamo a Cliv. Sí, él será de ayuda.

Glova cogió el documento que firmó con su contratante y marcó la clave de llamada para contactar con él desde el comunicador espacial de la nave.

– Al habla Clivaresfa.
– Cliv, soy Doon G.
– Señor G. – repitió él – Qué sorpresa.
– Necesito su ayuda ahora mismo.
– Bueno, siempre y cuando me puedas recompensar…
– Le concierne a usted también. Si no puedo terminar este trabajo, nuestro acuerdo se romperá, porque no tendré tiempo de respetar el plazo.
– No importa, señor G. – respondió el ser rojo – Ya me lo pagará de alguna forma ¿En qué puedo ayudarle?
– Usted controla todos los datos que existen en Gelarpa.
– Ajá.
– Necesito que me localice a una persona en concreto.
– Vaya, vaya – rio – Sus medios no son suficientes, ¿eh? ¿De quién se trata? Necesito un nombre.
– Lord Freezer.

Un silencio de varios segundos hizo dudar al saiyan de si la comunicación se había cortado.

– ¿Cliv?
– ¿Está bromeando?
– No, en absoluto.
– ¿No trabaja usted para el imperio, señor G.?
– En la vida – respondió tajante – Esto es serio. Requiero su información.
– Señor G. Cuando usted llegó a Gelarpa solo había rumores.
– ¿Rumores?
– Sí – continuó con un tono de voz más bajo – Se rumoreaba que Lord Freezer había sido asesinado en una batalla.
– ¿Cómo? – se sorprendió Glova.
– Como lo oye. A los dos días de vuestra ida de Gelarpa fue cuando los rumores me fueron detalladamente confirmados.
– ¿Freezer está muerto?
– No. Pero resultó herido de gravedad. Al parecer, un saiyan le hizo frente y le dio tal paliza que el mismo Rey Cold intervino en el rescate de su preciado hijo.
– ¿Un… un saiyan? – tartamudeó él mientras se secaba con la manga el sudor de la frente.
– Sí. Pocos conocen esa raza por estos brazos galácticos, pero dicen que estaba casi extinta. Precisamente tienen un notable parecido a usted.
– Ya… Como otras miles.
– ¿Quiere que averigüe el paradero del emperador en estos momentos?
– ¿Eh? Ah… Sí – Glova había entrado en una especie de shock. Tanta información relacionada con su raza y sus objetivos le impactaron, resultando difícil de digerir.
– No sé si podré sacar esos datos desde aquí, pero lo puedo intentar. No preguntaré para qué querría alguien como usted saber su localización. Conozco vuestras reglas, pero admito que me intrigáis.
– Oye, Cliv ¿Cuánto tiempo hace de esa batalla?
– ¿De la derrota del emperador? – dijo susurrando – Pues por aquí estimamos que hace unos dos meses antes de nuestro trato. La información suele extenderse rápidamente, pero un suceso como la derrota del emperador ante uno de esos monos es algo que han intentado ocultar, aunque tan solo ha retrasado la llegada de la noticia, por supuesto.
– ¿Entonces sigue vivo?
– Por suerte o por desgracia, Lord Freezer es un monstruo duro de pelar. Se rumorea que padre e hijo se han unido para buscar al saiyan que le plantó cara.
– Entiendo…
– ¡Hey! – saltó de repente – Tengo buenas noticias para ti. Sé dónde se encuentra.
– ¿Dónde?
– Si no fuera porque sé que sacaré tajada de este favor, me plantearía hacer otro Pacto escrito – rio desde el altavoz.
– Cliv. Te traeré a ese mago atado de pies y manos o ensartado con una lanza, pero dime por favor dónde se encuentra ahora mismo el emperador.
– Me encantan las súplicas. Está bien: el planeta se llama Freezer Nova-11.
– Mándame sus coordenadas.
– Está hecho.
– Gracias, Cliv. No olvidaré el favor.
– Lo sé.

Cliv cortó la comunicación y Glova apretó un par de botones para programar la nave.

– Activar ruta automática al destino fijado – dijo el saiyan en voz alta.
– Ruta automática activada – respondió el comunicador de la nave.
– ¿Tiempo estimado para la llegada?
– 107 horas a máxima propulsión.
– Pues a esperar – suspiró él.

Al cabo de tres días, la nace de Glova recibió una llamada de Cliv.

– ¿Eres Cliv?
– Claro que soy yo. Mi código de radio es único.
– Tenía que preguntar.
– Le llamaba para comunicarle algo que es de su interés.
– Dime.
– Al parecer el emperador tiene planes. Su destino es un planeta fuera del área imperial.
– ¿Se ha ido de Freezer Nova-11?
– Una de tres: o se ha ido ya, o se va hoy, o se va mañana.
– ¿Cómo sabes eso?
– Por favor… – dijo Cliv con tono de burla – Usted aún no se ha dado cuenta de con quién está tratando. Así de claras son mis fuentes.
– Está bien – se cansó Glova – ¿Tienes las coordenadas de ese planeta?
– No tiene nombre especificado por el imperio, por lo que no forma parte de él. Sin embargo, se hace llamar La Tierra. Y sí, tengo las coordenadas.
– Las necesito.
– Oiga, señor G. – el tono de voz de Cliv era más serio – No sé si se da cuenta de dónde se está metiendo. Si los rumores son ciertos, Freezer va a ese planeta a aniquilar a su vencedor. Todo cuadra.
– No importa – dijo Glova.

Lo cierto era que el saiyan aún no había caído en esa conclusión.

– ¿Por qué si no iría a un planeta concreto alejado del área espacial imperial? – terminó de explicar Cliv.
– No es de mi incumbencia. Simplemente necesito los datos.
– Está bien – terminó – Ya los tiene.
– Gracias, Cliv. Te debo otra.
– Lo sé.

Lo primero que hizo Glova al colgar fue aplicar el recorrido hacia las coordenadas del nuevo destino. Se sentía nervioso, frustrado y cansado. Se echó en la cama y los sueños le sumieron en otro mundo.

– Tanta prisa tienes por hacer, escribir y dejar oír tu voz en el silencio de la eternidad, que has olvidado lo único importante en la vida – decía una voz que reprochaba.
– Soy lo que soy, y convertirme en lo mejor que puedo aspirar es el único objetivo de la vida – le contestó la voz de la persona sin rostro.
– Deja de actuar como si supieras en qué eres capaz de convertirte. Ni el más sabio conoce todos sus posibles caminos.

Abrió los ojos al incorporarse. La alarma de la nave le había despertado. Rápidamente llegó hasta los mandos del piloto y vio en el radar una enorme nave a unos pocos billones de kilómetros que se acercaba rápidamente.

– Activa inhibidores – alzó la voz el saiyan.
– Inhibidores activados – le respondió la nave – Duración máxima: 18 horas.
– La nave se acerca a una velocidad tremenda – susurró el saiyan, como si alguien pudiera oírle – ¿Podría ser…
– ¿Cuánto queda para llegar al destino? – volvió a levantar la voz.
– Tiempo estimado: 31 minutos y 41 segundos.
– Mierda – masculló el saiyan – ¿Se puede ir más rápido?
– Los impulsores de emergencia están habilitados para su uso, pero su actividad durante media hora consumiría todo el combustible.
– ¿Durante cuánto tiempo puedo utilizarlo para llegar al destino lo antes posible?
– Tiempo estimado: 13 minutos con pequeño margen de error.
– Actívalo durante 12 minutos. Si hubiera algún problema, apágalos.
– Procediendo – tras un par de segundos, Glova sintió una leve sacudida en la nave – Impulsores de emergencia activados.

Glova miró de nuevo el radar – Va demasiado rápido para mi nave. En unos minutos me alcanzará.

Y así fue. Una nave veinte veces más grande que la suya pasó por encima de él, ignorando su presencia. No podía ser más que él: Freezer.

– Espera – se dijo en voz baja – Noto su Ki… No. Noto dos poderosas energías. Las más poderosas que he sentido nunca – sin darse cuenta, sus manos temblaban – Su padre está con él.

Glova comenzó a caminar de un lado para otro, pensando con nerviosismo.

– ¿Qué hago ahora? – hablaba en voz alta – No sé si podré con Freezer, para colmo está presente el Rey de los emperadores del frío – su cola no paraba de agitarse hacia debajo de un lado para otro – No creo que pueda con ambos.

Tras unos segundos sin parar de recorrer el mismo suelo, Glova se paró. Había recordado las últimas palabras que su maestro le dijo – Haz justicia, Glova. No lo olvides.

– Ordenador – alzó la voz el saiyan – Cambia de destino: sigue a la nave que nos ha adelantado hace un minuto.
– Nuevo objetivo de ruta asignado – contestó la nave.
– Quiero saber en qué lugar concreto aterriza.

A los tres minutos, La Tierra se veía azul de cerca. Iba a adentrarse en su atmósfera y el saiyan ya se había acomodado en el asiento del piloto con el cinturón de seguridad colocado.
Su nave fue descendiendo rápidamente hasta una zona arenosa que le recordó a los desiertos de Glasq.

– Ahí están – pensó Glova al determinar con la mirada la nave parada de Freezer.

Glova aterrizó a doscientos metros de la gigantesca nave del emperador. Fue suficiente como para captar la atención de éste.

– Creí que le teníamos localizado en el radar, padre.
– ¿Estás seguro de que es él?
– No hasta que le vea con mis propios ojos – Freezer cerró con fuerza su puño metalizado – ¡Que venga! ¡Estoy más preparado que nunca! – rio maliciosamente.

Glova salió de su nave. Un montículo rocoso separaba su mirada de la de Freezer. Sujetó bien el escudo en su antebrazo izquierdo, que estaba totalmente cubierto. Ya no llevaba la capa con la capucha, le molestaría en la batalla. La armadura brillaba con la luz del claro día y el oscuro color azul de su traje parecía menos negro que nunca. Apretó sus puños y escuchó el sonido retorcido que producían los guantes blancos que los cubrían. Pegó un salto y cayó en la cima de aquella montaña de roca.

Pudo ver un pequeño ejército saliendo de la gran nave, pero sus ojos desafiaron únicamente los de un par figuras entre todos los guerreros que se aglomeraban. Una de ellas era de baja estatura y pudo observar que tenía zonas metálicas cubriéndole varias áreas del cuerpo.

La otra medía más de tres metros de altura, los cuernos sobre su cabeza intimidaban a cualquiera, pero lo que más impresionaba a Glova fueron sus ojos: unos ojos siniestros, fríos, llenos de confianza y curiosidad. Padre e hijo tenían unas largas colas que se movían como independientes. Sin percatarse de ello, la cola de Glova también se agitó, delicada y nerviosa. La armadura del gigante era parecida a la de Glova, pero la adornaba una larga capa morada. Ambos seres, cruzados de brazos, miraban a Glova bastante interesados.

– No es él – dijo Freezer.
– Parece un soldado de los tuyos – contestó el Rey Cold – No creo que nos estorbe.

Glova saltó y levitó hasta posicionarse a unos metros de sus oponentes. Decenas de miradas hostiles le traspasaban desde los rostros de tantos soldados armados.

– ¿Quién de vosotros es Freezer? – preguntó Glova en voz alta, aunque conocía la respuesta.

Freezer abrió los ojos. La pregunta era inesperada, pero al segundo sonrió y contestó – Eres muy insolente para hablarme como a un igual.

Glova no necesitó cambiar la mirada de su objetivo.

– Hace muchos años que no te veo en persona – dijo tranquilamente.
– ¿Nos conocemos? – preguntó Freezer sonriendo y calmado. A Cold le resultaba entretenido el inciso y una sonrisa graciosa adornó su rostro diabólico.
– En realidad, no. Pero yo sí te vi una vez, cuando era un crío.
– Parece que tenemos aquí a un admirador – rio Cold.

Freezer no dijo nada.

– Cuando te vi, tenías una menor estatura e ibas en un vehículo volador – la expresión de Freezer se tornó algo más seria – Pasabas por la calle central del Palacio del monarca en el planeta Vegeta.

Los ojos de Freezer se abrieron y sorprendido, señaló a Glova - ¡Eres un saiyan! – alzó su voz mientras fijaba su mirada en la peluda cola de su opuesto.

El rostro de Cold se agravó – Debemos eliminar a toda esta basura. Hay mucha más suelta por ahí.

– ¿Cuál es tu nombre? – preguntó Freezer – ¿Eres uno de los amigos de Son Goku?
– Mi nombre es Glova, pero no conozco a ningún Son Goku.
– Entonces ¿Qué haces aquí? – preguntó el emperador algo irritado.
– He venido a hacer venganza – Glova ni se inmutaba – Tú sentenciaste mi vida y la de mi familia; y por eso mereces morir.

La sorpresa de Freezer era innegable – Malditos simios… Un saiyan me hace frente por ser especial y ya todos creen que pueden venir a plantarme cara – cerró sus puños y sonrió – ¡Te borraré de un plumazo!

Un rayo de luz emanó del dedo índice de Freezer y una vibración metálica cortó el sonido sibilante del disparo. Glova se había cubierto con su escudo.

– Eso es – sonrió en voz baja al comprobar que el escudo cumplía su función – No eres tan especial, Lord Freezer.


3 comentarios:

  1. Por fin Glova ha encontrado al tirano Freezer. ¡Y nada menos que en La Tierra! ¿Estará a la altura de sus expectativas?

    ¡Espero que os guste! =D

    ResponderEliminar
  2. Glova contra Freezer. Estará a la altura? Goku está volviendo de Yadrat, pero los Guerreros Z y Vegeta deberian estar yendo hacia el lugar, al igual que el Trunks del Futuro. Se conocerán todos ahora mismo? Que ganas de seguir leyendo :O

    Por cierto, muy buen capitulo :D

    ResponderEliminar