Capítulo 10 - De élite



Capítulo 10 – De élite

Nasera y Lachi estaban escuchando toda la conversación entre Glova y el Escuadrón Palter. El scouter del saiyan tenía incorporado un micro, tal como hacía tantos años el del Rey Vegeta.

– Serán cabrones… - dijo Nasera – Menos mal que le hemos educado bien.
– No nos traicionaría – afirmó Lachi – Aunque por culpa de esta gentuza le debemos una explicación por su nivel de poder.
– Ya se me ocurrirá algo – La doctora se rascó la cabeza con el lápiz táctil del ordenador en señal de concentración. Una manía que perduraba a lo largo de los años y que hacía cada vez que estaba estresada.
Lachi miró a su compañera – Quizás deberíamos…
¡Shht! – chistó ella – Parece que van a pelear.


Fiutzer saltó hacia Glova y le asestó una patada en la cara, mandándolo decenas de metros hacia su derecha.
Glova lo había visto venir. Pero no pudo reaccionar como hubiera querido. Su cuerpo era ahora un saco de huesos y músculos doloridos. Sintió más la caída que el golpe recibido.

Al levantarse rápido, encontró a su oponente enfrente – No sabes dónde te has metido.
¡Blam! – la patada fue directa al pecho del muchacho. Aquello causó mayor sufrimiento que el golpe anterior. Lo que más le dolían eran los músculos cuando, al recibir los porrazos, reaccionaban instantáneamente provocando mayor ardor.
Cayó de espaldas, pero aprovechó la inercia para levantarse dando una voltereta. Se impulsó hacia delante para golpear con su diestra el estómago del contrincante, pero este le paró con la palma de la mano – ¡Plaf!

– ¡Wow! Qué fuerza tienes, chaval – dijo Fiutzer, dando un salto hacia atrás para mantener la distancia. Aquel puñetazo le había dolido – De hecho, creo que casi me partes la muñeca… – pensó para sí, extrañado – Debo tener más cuidado.

Los ánimos de Glova estaban disminuyendo. Estaba luchando contra un solo miembro del escuadrón y parecía que tenía problemas. ¿Cómo haría para derrotarlos a todos?
Fiutzer atacó de nuevo, pero el saiyan paró su patada con el brazo izquierdo, agarrándola y lanzando a su enemigo al aire a pesar de la diferencia de altura.

– Venga – se dijo Glova a sí mismo – Mientras más me mueva, antes me adaptaré.
El soldado cayó con suavidad en el suelo, pero miró extrañado al crío – Esto es muy raro.

Fue Glova el siguiente en atacar. Sus golpes eran rápidos y potentes. Fiutzer le seguía el juego, parando la acometida del pequeño con dolor e intentando asestar algunos golpes a corta distancia. El pequeño recibía impactos mientras pretendía, sin muchos resultados, dar en un punto desprotegido de su rival. De repente, Fiutzer creó una onda energética para empujar a Glova hacia atrás y recobrar aliento – ¿Estáis seguros de que tiene 9.300? – preguntó a su grupo por el scouter.

Palter escaneó al joven de nuevo, extrañado por la pregunta de su compañero – Ahora tiene 9.900. Qué extraño.
– ¿No tiene más que eso? – Fiutzer miraba a su capitán, algo nervioso.
– No, Fiutzer. No tiene más. Compruébalo tú mismo – Palter parecía algo impaciente – ¿Se puede saber qué ocurre?
– Nada, capitán – respondió Fiutzer mientras miraba sus brazos. Estaban amoratados. Numerosos cardenales y equimosis señalaban puntualmente los lugares con los que había ido parando los puñetazos del joven saiyan.

Entonces Fiutzer miró al niño y, furioso, se posicionó con las piernas algo flexionadas y con los puños cerrados fuertemente. Su energía comenzó a fluir y a crear un aura blanca a su alrededor.

Luppa y Palter se miraron extrañados, buscando en las caras de sus compañeros algo que tuviera sentido o que explicara lo que estaba haciendo. Entonces Luppa escaneó a Fiutzer - ¡Treinta y tres mil! – dijo con un tono de asombro – ¿Por qué va al máximo?
Freeves, que hasta aquel momento había estado callado, emitió un “¿Eh?” de incredulidad y miró a su capitán.

– Ese saiyan debe ser más fuerte de lo que parece – dijo Palter, cruzado de brazos – Terminará con él rápidamente, como le he encomendado.
Glova, viendo lo que se disponía a hacer su adversario, cargó energía como él y cuando Fiutzer atacó, Glova le esperaba.

– ¡Lo siento, colega! – gritó Fiutzer al abalanzar su puño directo a la cara del joven a una velocidad impactante.

La velocidad del soldado provocó un levantamiento de arena y polvareda. Lo siguiente que pudo ver el escuadrón Palter fue a Glova intacto, con la cabeza ladeada, que había esquivado el golpe del rival, y con su propia diestra clavada en la armadura del soldado. Este último tenía la boca abierta por el impacto inesperado; algo de saliva caía de su barbilla y sus ojos duplicaban el tamaño que tenían antes.

Glova pegó un gancho de izquierda impulsado por un salto directo al mentón de Fiutzer, rematándole con gran fuerza. Un surco de sangre salió despedido siguiendo el recorrido de la boca del alienígena azul, quien cayó en el suelo a varios metros de Glova.
Por suerte, el saiyan no se había enterado de los comentarios del escuadrón. Treinta y tres mil unidades era algo que temería de no saber que superaba esa cantidad extraordinariamente.

Fiutzer se encogió en el suelo con las manos en el vientre, haciendo unos gemidos raros más propios de un animal salvaje que de una persona.
Glova bajó la guardia y miró a los oponentes restantes, que contemplaban a su compañero derribado. Estaban hablando entre ellos.

– ¿Qué diantres le pasa? – soltó Luppa sin entender nada.
Palter volvió a escanear a Glova - ¡Veintidós mil! – el capitán encontraba toda aquella situación extremadamente confusa – Pero ¿qué? Escanead al chaval.
– Veintidós mil – dijeron cada uno a destiempo.
– No es un fallo de mi scouter entonces. El saiyan tiene algún método para esconder su poder real… o de incrementarlo como sea – afirmó Palter, cruzado de brazos.

Glova pensó en Nasera, en lo que le dijo antes de llegar: “No dejes ni uno con vida”. Alzó el puño, apuntando a Fiutzer y creó una acumulación de energía de un vehemente azul eléctrico que rodeó toda su mano – ¡Flash! – Disparó.

Desde su perspectiva, Glova contempló un resplandor cegador que produjo un sonido parecido a un metal en intensa vibración. La luz se disipó y pudo divisar de dónde procedía aquel extraño ruido. Se trataba del escudo de Zord que, como si nada, había soportado la ráfaga de energía de del crío.

– Eh, tú. Mequetrefe. Ahora eres mi contrincante – levantó la voz Luppa.
Glova miró a Zord, que sostenía aún el escudo – ¿Vais a intervenir en este combate también?
– Solo intervendremos en caso de que haya peligro de muerte – le contestó Palter – Somos un escuadrón, y no consentiremos sufrir una sola baja.
– Está bien – dijo Glova – No va a ser fácil – pensó – Si van a intentar interponerse, tendré que ser más rápido que su intrusión.

Luppa comenzó a proyectar una gran cantidad de energía. Un flujo de aura roja era desprendido por todo su cuerpo mientras se concentraba.

Glova se puso en guardia y su rival pegó un salto adelante, directo a la posición del saiyan. Medía más de cuatro veces lo que Glova, y eso le imponía demasiado. El soldado era enorme; un brazo suyo bastaba para superar la musculatura del pequeño.
Un golpe de martillo con ambas manos cayó desde arriba justo hacia la cabeza del joven. Este, asustado por lo que se le venía literalmente encima, dio un salto hacia atrás y dejó que el suelo recibiera el impacto.


Cuando Luppa quebró la tierra que había golpeado, desapareció a los ojos de Glova.

¡Pam! – notó su espalda encajar el primer golpe del nuevo adversario. Una patada había llegado por su derecha pillándole por detrás, desprevenido.

Aquel golpe dolió mucho más que los que había recibido de Fiutzer. Sabía que Luppa estaba a otro nivel. Cuando cayó de boca al suelo, puso sus manos delante, impidiendo el arrastre contra la tierra.

Se puso en pie; no pudo evitar posar su mano en la espalda para intentar aliviar algo el contundente resquemor. Le costaba creer que no se hubiera roto algún hueso. Su armadura estaba algo magullada.

– La ultra velocidad es muy útil cuando puedes hacer golpes tan potentes – pensó el joven, dolorido – Quizás el scouter me ayude a saber qué tipo de enemigo es este.
Activó el botón y escaneó a Luppa – 54.000 unidades – a Glova se le descompuso la cara.
– ¿Cómo? – no sabía qué más decir.
– Veo que has usado tu scouter. Te ha sorprendido mi nivel ¿verdad? – se irguió y mostró su gran tamaño – ¡Jajajaja!

A Glova se le pasaron cientos de cosas por la cabeza – ¿Cómo voy a conseguirlo? Todo esto es sorprendente, mi nivel no puede llegar a los nueve mil y el suyo no puede llegar a los cincuenta mil. Sería un miembro de la élite…

– Tengo que serenarme – vio que el tipo oscuro se preparaba para otro asalto y subió la guardia – Un momento – pensó el saiyan – Si todo esto es cierto, ¿cómo he podido resistir un solo golpe de un titán como él?

Luppa apareció a un palmo de Glova y dirigió un puñetazo circular hacia su posición. Glova se cubrió con ambos brazos y recibió el golpe protegido. Aun así, salió despedido hacia un lado cayendo al suelo lateralmente.

Cuando se levantó, tenía a su contrincante de nuevo encima. Esta vez atacaba con una sola mano, imitando un golpe de martillo. Entonces el joven saiyan puso sus dos manos juntas y en posición, listas para recibir el ataque. El choque fue duro para Glova, pero a Luppa se le borró aquella sonrisa confiada, porque su fuerza había sido parada por un niño de seis años.

Enfadado, el gran alienígena negruzco amagó para patear al pequeñajo, pero Glova ya había reaccionado pegando un salto para llegar a la altura del rostro de Luppa y pegó una patada en la boca del gigante. Cuando el enorme rival sintió el dolor en el mentón, Glova apuntó directamente al centro de su enorme tronco con ambos puños. La misma ráfaga que usó para acabar con Fiutzer, ahora doble, salió disparada y colisionó con el pecho del corpulento luchador.

¡Blam! – la explosión no dejó que se escuchara el corto quejido de su víctima.

Glova pisó el suelo, confiado. Pero cuando quiso darse cuenta, su oponente ya había atravesado el humo provocado por la explosión y antes de que Glova pudiera acomodarse en tierra ya había sido golpeado como si fuera una pelota de fútbol. Entonces salió despedido por la potencia de la patada.

Una vez acertado el golpe, Luppa bajó la guardia y contactó a través del scouter con sus compañeros a una veintena de metros de distancia mientras miraba su pecho herido y sangrante.
 – Mi escáner vuelve a medir un incremento de poder – miró de nuevo a su contrincante – Tiene treinta mil. Confirmación.
– Afirmativo – contestó Palter.
– Mierda – comentó Luppa – Tendré que acabar con él de un solo ataque antes de que se haga más fuerte. Esto es una locura… ¿Cómo sigue vivo?

En el fondo, Glova sabía que todos estos errores que cometía en el combate eran debido a su mala condición física. Su pésima musculatura impedía realizar acometidas suficientemente potentes y su energía fluía con dificultades entre tan poca masa corporal, por no hablar de su dolor de cabeza: parecía que una prensa apretaba su cerebro y lo mantenía bajo una tensión innatural.

Afortunadamente para el saiyan, pensar en ello despertaba confianza consigo mismo. Aunque le costaba avanzar en aquella lucha, sabía que no había alcanzado su límite y que podía dar mucho más de lo que hasta ahora había demostrado.

Luppa cargó energía y, desprendiendo su aura roja, alzó su mano abierta al cielo – ¡Ahhh! – la energía se acumuló en su puño cuando lo cerró. Un Ki rojizo centelleaba en él con un aspecto similar al fuego y al humo a su vez. Saltó a por su contrincante, quien ahora miraba aquella técnica curioso y sorprendido - ¡Flamel Punch! – gritó mientras dirigía su ataque a toda velocidad.

Glova sabía que aquella concentración de poder tenía que ser peligrosa, así que se dispuso a esquivar aquel puño irradiante.

Luppa era rápido, pero Glova era pequeño y ágil debido a su poco peso. El saiyan esquivaba todos los directos de su rival, pero la llama energética del puño consiguió rozarle el pecho, arañando su armadura y haciendo verdaderas quemaduras en la piel.

Glova se percató de ello y, furioso, consiguió colarse con una finta entre las piernas del gran alienígena y, desde atrás, acometió con toda su rabia y adrenalina la espalda de su oponente.
El soldado del escuadrón de élite recibió incontables golpes en los lumbares y los dorsales, sintiendo cómo un último embate le empujaba hacia delante. No le costó mucho parar la inercia volando, pero había notado notablemente la contundencia de aquel frenesí.

Se dio la vuelta y miró al enano con odio. Alzó su mano como la primera vez y gritó de nuevo - ¡Ahh! – la energía acumulada se transformó, dándole forma de esfera con la misma estética irradiante.
Glova vaciló un instante antes de saber qué se proponía. Entonces respondió con aquel ataque que pocas veces le había fallado: alzó los puños y resplandecieron azules; pequeños rayos eléctricos ondeaban su carga.

Casi al mismo tiempo, los dos luchadores lanzaron sus técnicas y en menos de un segundo ambas chocaron, originando un espectáculo de luces rojas y azules en sintonía. El ruido que provocó pareció el estallido de una bomba, pero estaba muy lejos de ser una simple explosión.

Así empezó la resistencia de aquella colisión. La ráfaga continua de Glova empujaba a la esfera rojiza de Luppa, la cual era impulsada mediante la invisible energía céntrica de su creador.

Glova rugió entre dientes por la lucha. Pero el esfuerzo de Luppa por mantener en combate su técnica también era innegable.

Parecía que la potencia de los ataques haría estallar todo en cualquier momento. Las piedras y el polvo del terreno desértico se dispersaban del camino que formaba la colisión. La confrontación de energías estuvo unos segundos sin movimiento, pero cuando Glova desprendió más energía de sus puños la extraña bola del alienígena negro empezó a ceder.

– Zord – llamó Palter a su soldado – Luppa perderá. Prepárate para intervenir.
– ¿Estás seguro? – Zord miró a su capitán sosteniendo el escudo, impresionado – ¿Cómo lo sabes?
– El ataque de nuestro compañero es una gran concentración de energía bruta. No creo que pueda aumentar mucho más su potencia. He ahí el punto a tener en cuenta de esa técnica.
– Joder… ¿Y por qué carajos ha hecho eso?
– Pues porque es normal que no lo haya tenido en cuenta – respondió Freeves mirando de soslayo a Zord.
– ¿Qué? – el pálido miembro del escuadrón no lo había entendido del todo.
– Nuestro grandullón no podía imaginar que una técnica tan potente pudiera ser detenida por un enano de treinta mil unidades – Palter seguía mirando cómo poco a poco, la bola roja cedía espacio a la onda azul que la empujaba. La cara de Luppa expresaba verdadero esfuerzo y desesperación.

Zord, impresionado por el nivel del crío que ya superaba el suyo, escaneó de nuevo al saiyan. El número del escáner no paraba de crecer y decrecer en la pantalla azul de su scouter: treinta mil… veinte mil, sesent… - ¡Pum! – su detector explotó - ¡Joder!

Glova, atento a lo que hacían los demás componentes del grupo, estaba esperando un momento como aquel. En cuanto vio el pequeño incidente de Zord, desplegó todo el poder que estaba conteniendo en aquel instante.
– ¡Yiaahhh! – la ráfaga azul se hizo más intensa en milisegundos y la esfera energética de Luppa no tuvo más remedio que caer frente a la superioridad.

El enorme titán negruzco sintió cómo su propia esfera le presionaba el pecho, impulsándolo hacia atrás y siendo arrastrado por ella. La explosión de su propia técnica fue precedida por la del ataque de Glova - ¡Boom!

Todo fue rápido, para que no interviniera nadie. Luppa cayó decenas de metros atrás, envuelto en humo y chamuscado.

Palter, asustado por la situación, llegó en un instante hasta su compañero caído. Su scouter confirmaba que estaba vivo, pero probablemente al borde de la muerte, logró deducir. El pecho de su fornido soldado encharcaba la tierra con su sangre de un rojo oscuro llamativo. Estaba lleno de magulladuras, heridas y quemaduras de gravedad.

– Casi le mata – dijo Zord, que se había situado con su escudo en posición protectora, cubriendo a su líder – ¿Qué vamos a hacer nosotros contra él si casi mata a Luppa?
– Lo haremos entre todos los que quedamos. Esto es serio – contestó Palter, con una mirada desafiante a Glova – ¡Escuadrón Palter! – gritó – ¡Formación Lente!

1 comentario:

  1. ¡Glova hace su primer combate! Espero que os mole.

    Como son personajes nuevos y no tenéis una idea precondedida por la historia original, me gusta plasmarlos en dibujos.

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